
De acuerdo con un comunicado conjunto entre Estados Unidos y la Unión Europea, ambas potencias están considerando unificar criterios en materia de seguridad y emisiones para los vehículos. La medida, aunque todavía en negociación, podría simplificar el comercio transatlántico y modificar de raíz cómo se fabrican y homologan los autos en ambos continentes.
El documento, en su Artículo 8, menciona que “Estados Unidos y la Unión Europea tienen la intención de aceptar y reconocer mutuamente los estándares automotrices del otro”. Aunque la redacción es ambigua, especialistas coinciden en que la propuesta apunta directamente a regulaciones de seguridad y emisiones, dos de los puntos más sensibles en la industria.
El reto es mayúsculo, ya que tanto la UE como EE. UU. son muy estrictos y distintos en sus marcos regulatorios. Mientras en Europa se privilegia la protección de peatones y ciclistas, en Estados Unidos el énfasis está en la seguridad de los ocupantes.
Además, la normativa europea exige parachoques específicos, sistemas avanzados de asistencia y estándares más estrictos en frenado automático o mantenimiento de carril. En contraste, EE. UU. tiene menores exigencias en esos apartados, lo que abre un fuerte debate en el Viejo Continente.
Antonio Avenoso, director del European Transport Safety Council, fue tajante al declarar que aceptar los estándares estadounidenses “pondría en riesgo la seguridad en Europa” y que la llegada masiva de pickups y SUVs de gran tamaño podría ser incompatible con la visión de movilidad segura y sustentable que impulsa la UE. Grupos como Transportation & Environment advirtieron que esto podría incrementar el peligro para peatones y ciclistas.
Las diferencias también alcanzan el terreno ambiental. La UE regula principalmente las emisiones de CO₂, mientras que Estados Unidos se centra en el control de óxidos de nitrógeno (NOx), responsables de la formación de smog. Esta disparidad complica todavía más una posible homologación plena.
No obstante, el trasfondo de la discusión es económico. Hoy, los autos europeos que llegan a EE. UU. pagan un arancel del 27.5%, y unificar estándares podría reducir barreras y costos de importación. Incluso, durante su administración, Donald Trump llegó a prometer que los aranceles bajarían al 15% si se alcanzaba un acuerdo más amplio.
Por ahora, esta cláusula parece más una ficha de negociación que una realidad inmediata. Sin embargo, si llegara a concretarse, estaríamos ante un nuevo paradigma donde las diferencias regulatorias entre EE. UU. y Europa dejarían de ser un obstáculo para los fabricantes y se abriría un mercado transatlántico más integrado, aunque no exento de polémica.