
La industria automotriz estadunidense (incluyendo a todas las marcas automotrices, proveedores y distribuidores) enviaron hace unos días una carta al presidente Donald Trump para que recapacite la imposición de aranceles de 25% a los vehículos importados a Estados Unidos, así como a las autopartes.
Según datos dados en esta carta, toda la industria automotriz estadunidense emplea a 10 millones de personas, generando 1.2 trillones de dólares a la economía de ese país, incluyendo plantas de producción, operaciones de las marcas, autopartes y distribuidores.
“Basta con que un proveedor falle para provocar el cierre de la línea de producción de un fabricante de automóviles. Cuando esto sucede, como ocurrió durante la pandemia, todos los proveedores se ven afectados y los trabajadores pierden sus empleos”.
“La mayoría de los proveedores de automóviles no están preparados para una interrupción abrupta causada por aranceles”, se lee en esta misiva.
La preocupación más grande de la industria tiene que ver con la proveeduría, pues la gran mayoría de ellos no sólo fabrica partes para un fabricante automotriz, en realidad son compañías que trabajan para varias marcas, lo que podría traer un efecto dominó en toda la industria si alguna de ellas tiene que cerrar.
Pero también, esos aranceles afectan las piezas que tienen que importarse para tener en el almacén previendo reparaciones, mantenimientos preventivos y otras situaciones.
“Los aranceles a las autopartes perturbarán la cadena de suministro automotriz mundial y desencadenarán un efecto dominó que conducirá a precios más altos para los consumidores, menores ventas en los concesionarios y hará que el mantenimiento y la reparación de los vehículos sean más costosos y menos predecibles”, agregaron en la carta.
Si bien se piensa que la mayor ganancia de los distribuidores automotrices viene de la venta de autos, la mayor fuente de ingresos de obtienen en el taller, tanto en los servicios, como en las reparaciones.
Algo que no se toca en esta carta y que podría ser un daño colateral del desabasto y encarecimiento de las refacciones, es el incremento de la delincuencia, robos de vehículos y autopartes, para satisfacer la demanda del mercado. Ya está pasando con los catalizadores de los escapes, pero se puede escalar rápidamente.