La historia de como Ford desarrolló el GT40 para derrotar a Ferrari en las 24 Horas de Le Mans, es altamente conocida por los amantes de mundo motor. De hecho, este auto se coronó en la carrera de resistencia más famosa del mundo de manera consecutiva entre 1966 hasta 1969.
Sin duda, el GT40 no solo fue una dulce venganza, sino también le permitió a Ford mostrar todo su potencial a nivel global. Sin embargo, lamentablemente, tras este proyecto, la firma del óvalo azul no aprovechó este impulso para presentar un deportivo que trasladara todo el expertise a un vehículo de calle.
Es cierto, Ford ensamblo una treintena de unidades de calle del GT40, pero después de ello, su incursión en el mundo de los deportivos de motor central prácticamente quedó en el olvido. De hecho, más allá del RS200 o de los GT de nuevo siglo, la firma del óvalo no ha producido un vehículo de tales características.
Pero esto estuvo a punto de cambiar a principios de la década de los ochenta, ya que, en 1983, el departamento Special Vehicle Operations (SVO) -creado dos años antes- dio inicio al proyecto GN34, en el cual debía derivar en un automóvil tan rápido como un Ferrari, pero a precio de Corvette.
Con el fin de evitar la burocracia interna, los chicos de SVO decidieron recurrir a Italdesign, que se hizo cargo de los primeros trabajos de diseño e ingeniería. De hecho, para su fortuna, los italianos ya estaban trabajando en un deportivo de motor central, por lo que ya tenían bastante avanzada la tarea. Es así que en el Salón del Automóvil de Turín de 1984 se presenta el Ford Maya, que sería un conceptual con motor central V6 de 3.0 litros proveniente del Taunus, que serviría como punto de partida para algo mucho más ambicioso.
Pero antes, los temores del equipo de SVO comenzaban a hacerse presentes y es que los directivos más conservadores, pidieron que antes de seguir con el proyecto de un auto con arquitectura de motor central, intentaran hacer lo propio con la base de un vehículo ya asentado como el Sierra Cosworth. Sin embargo, finalmente, para 1985, se decidió retomar el curso, y continuar con el proyecto GN34 bajo la filosofía ya iniciada con el Maya.
Curiosamente, pese a que Italdesign eran los artífices originales del Maya, Ford no se quedó con los brazos cruzados y le encargó a Ghia, su propia versión. La cual finalmente, había sido la finalista para llegar a las líneas de producción. El resultado final, era muy positivo e incluso los resultados de una encuesta arrojaban que los potenciales clientes estaban dispuestos a adquirir este deportivo de estilo “Ferrari”, aún siendo un Ford.
En el apartado mecánico, este auto iba a ser impulsado por el mismo motor V6 de 3.0 litros con 227 hp afinado por Yamaha que a la postre se usó en el Taurus SHO. Incluso la puesta a punto fue alabada por el mismísimo Jackie Stewart, que fungió como consultor externo.
Sin duda, el GN34 estaba listo para entrar a las líneas de producción. Incluso, se llegó a considerar, que, junto con el Probe, relevara al Mustang. Ahora si lo piensas bien, su concepto estaba muy adelantado, ya que al menos en teoría, el proyecto fue muy similar al usado en Honda con el NSX.
No obstante, cuando los directivos tuvieron que tomar la decisión de aprobar el vehículo para su producción, se encontraron con una depreciación del dólar, al mismo tiempo que, en paralelo se había desarrollado un nuevo tipo de producto que relevaría al Bronco II.
Ante la encrucijada, los dirigentes corporativos, decidieron jugar a la segura y votaron por el nuevo vehículo deportivo utilitario, que derivaría en la primera generación de la Explorer. El tiempo les dio la razón y esta SUV no solo significó ganancias millonarias para la marca del óvalo azul, sino también cambió para siempre el panorama automotriz internacional.
Es así, que en agosto de 1986 el proyecto GN34 quedó en el olvido, hasta nuestros días, en los que es recordado como una anécdota de lo que hubiera sido... ¿Te hubiera gustado que Ford hubiese lanzado su propio NSX?