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El día que el Ford Mustang estuvo a punto de ser de tracción delantera y con alma de Mazda

Te contamos como Ford pudo haber cambiado la historia del Mustang en un intento de contrarrestar la crisis de los combustibles en los 70-80.

El día que el Ford Mustang estuvo a punto de ser de tracción delantera y con alma de Mazda

El Ford Mustang es probablemente uno de los tres autos más icónicos del mundo y desde su inicio hay algunos pilares que lo han definido. Su plataforma de tracción trasera, mucho estilo para atraer a clientes jóvenes y con el tiempo un incremento de poder que hasta le fecha lo hacen ser uno de los favoritos de los entusiastas en todo el mundo. Sin embargo, esa fórmula de éxito estuvo a punto de cambiar radicalmente dándonos un Mustang que tenía más en común con un Honda Civic Coupé, que con un Chevrolet Camaro.

 

La Crisis de los combustibles que casi mata al V8

El mundo automotriz está constantemente en crisis por alguna u otra razón. A finales de los 70 e inicios de los 80 el mayor problema para muchas marcas, especialmente las estadounidenses, era la crisis del petroleo, mismo que hizo que escaseara el combustible y que sus precios se catapultarán a los cielos.

 

Esto golpeo a Ford, Chrysler, y General Motors de forma directa, pues gran parte de su alineación de productos se impulsaba por los siempre sedientos motores V8 y algunos V6. Previo a esa era, los muscle cars dominaban las calles y pistas estadounidenses, por lo que la crisis obligó a todas las marcas a buscar las soluciones más eficientes lo más rápido posible.

Por aquel entonces la tercera generación del Ford Mustang estaba vigente, en aquella configuración tan famosa ahora conocida como el “fox body”. Con la crisis de los combustibles golpeando fuertemente sus ventas, intentaron darle motores de cuatro cilindros turbo, algunos V6 y mantuvieron vivo como pudieron al V8. Sin embargo, cuando llegó el momento de darle un relevo a esta tercera generación, algunos ejecutivos tenían claro que un V8 tradicional simplemente llevaría a la tumba al Mustang, pues con los precios de los combustibles tan altos, serían pocos los que se atreverían a comprar un pony car de nuevo.

 

El proyecto ST-16, Mazda y una filtración que detuvo el apocalipsis para el Mustang

Durante la crisis de los combustibles las marcas japonesas capitalizaron con éxito los problemas de las estadounidenses. El desarrollo de sus autos priorizando la durabilidad, simpleza mecánica, eficiencia y ligereza los hacía ideales para enfrentar tiempos de escasez de combustible como los que vivía Estados Unidos, y es que los japoneses no lo hicieron por gusto, ese tipo de autos nació de los escasos recursos con los que contaba el país tras la devastadora Segunda Guerra Mundial.

 

Muchas de estas marcas estaban teniendo éxito al entrar por su cuenta, sin embargo, algunas otras buscaron una colaboración para entrar al mercado estadounidense con un poco más de seguridad y menos gastos. Mazda por ese entonces trabajaba muy de cerca con Ford, pues la marca del óvalo azul había comprado el 33% de las acciones de Mazda en 1979, dandole así acceso a parte de sus desarrollos.

 

Gracias a esto Ford prefirió no gastar tanto y usar algunos de los autos o plataformas de Mazda para no quedarse atrás en la carrera de la eficiencia frente a la plataforma K de Chrysler y las propias colaboraciones de General Motors.

Es durante esta época, a inicios y mediados de los 80, que Ford comenzó a trabajar en el desarrollo del proyecto llamado “ST-16”. Este producto sería un deportivo compacto de tracción delantera con motores de cuatro cilindros y V6. La plataforma que usaría sería la plataforma 626 de Mazda, misma que se usaba en Japón para el MX-6, un deportivo que se colocaba debajo del el RX-7.

Esta plataforma si bien trabajaba con motores más pequeños, tenía una característica que prácticamente es la antítesis de un deportivo tradicional, y es que estaba diseñada solo para soportar trenes motrices de tracción delantera.

A pesar de que dentro de la empresa hubo mucha resistencia por parte de ingenieros y algunos directivos puristas, el desarrolló avanzó tanto que para 1987 ya había varios modelos de prueba circulando en las pistas de Dearborn. En este mismo año, la publicación estadounidense Auto Week publicó fotografías filtradas del proyecto ST-16 usando el título “¡Exclusiva! El Ford Mustang 89”.

 

De una u otra forma Auto Week consiguió las fotos y también información detallada de lo que sería el auto, su plataforma y hasta tren motriz, por lo que un reporte tan completo encendió las hogueras de miles de fanáticos de Ford y Mustang, quienes no dudaron en mostrar su descontento a través de miles de cartas dirigidas a los ingenieros de Ford.

La polémica fue tan grande y sonada que todo esto retumbó en los oídos de los directivos más altos de la marca, razón por la que decidieron usar el nombre de un auto concepto que habían presentado años antes, en lugar de seguir con la idea original de llamarlo Mustang. En ese momento nació el Ford Probe.

 

De igual forma, se decidió extender unos años más la vida generacional del Mustang fox body, sin embargo, a pesar de obtener algunos recursos para seguir con el desarrollo de un Mustang tradicional, el área de finanzas constantemente buscaba cualquier excusa para quitarle el presupuesto a este proyecto que por el momento era más un riesgo que un éxito anunciado.

 

El Mustang SN95

Con el paso del tiempo y varias “balas evitadas”, el equipo casi secreto que trabajó en la siguiente generación del Mustang, por fin pudo presentar a la cuarta generación del pony car en 1994. Usando la misma plataforma del Fox body con ciertas nuevas mejoras para hacerlo más rígido, una nueva geometría de suspensión, llantas de mejor calidad, entre otras mejoras.

 

El SN95, tal vez no fue una revolución mecánica, pero mantuvo la llama del Mustang viva y le probó a los ejecutivos de Ford que apostaron por su migración a la tracción delantera que esa fórmula no era digna del nombre de Mustang.

Irónicamente el Ford Probe solo vivió por dos generaciones, pues sus rivales directos japoneses eran más accesibles, potentes y tecnológicos.  A pesar de que hubo buenas reseñas para el Probe, la crisis de la que nació, el emblemático nombre de Mustang y la crisis del combustible que comenzó a ceder, hicieron que su historia fuera relativamente fugaz.

 

Hasta hoy el Ford Mustang aunque ya no es un deportivo accesible para las masas, sigue siendo un éxito con cada una de sus nuevas generaciones y es el último gran deportivo estadounidense en mantenerse firme, ante la desaparición o migración a plataformas eléctricas de sus rivales más cercanos.

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