Muchas veces un auto proporciona dos alegrías: cuando lo compras y cuando lo vendes. Y casi siempre la segunda es mayor que la primera. Esto se debe a que muchos de nosotros eventualmente nos dejamos llevar por algún motivo emocional a la hora de la compra, por la habilidad del vendedor, por una mejor o más fácil oferta de crédito o por la cercanía de un distribuidor. Después de la pandemia, otro factor importante pasó a ser la disponibilidad del producto, que con frecuencia hizo que la impaciencia venciera a la prudencia. Para evitar que la segunda alegría en la compra de un auto sea mayor que la primera y estar contento con tu vehículo el mayor tiempo posible, hay un par de cosas que podemos hacer.
La primera de ellas es adquirir un auto que cumpla con lo que necesitas de él. El número de personas que lo va a usar es importante. Y en este caso el exceso es mejor que la escasez en la mayoría de los casos. Una SUV de tres filas de asientos, por ejemplo, puede ser muy útil aunque transportes solo tres o cuatro personas, si con frecuencia necesitas una cajuela grande para carga o maletas. Pero hacerse de una solo porque están de moda es gastar más dinero en la hora de comprar, asegurar y mantener, combustible incluido. Por otro lado, un soltero que maneje un MX-5, por ejemplo, siempre puede decir a la candidata a suegra: “Lo siento, pero solo cabemos dos”.
Bromas aparte, el tema de la emoción producida por un deportivo es de los motivos principales para generar satisfacción a los dueños durante su convivencia con un vehículo. En Consumer Reports, que hace estudios anuales con más de 300 mil propietarios de autos y SUV en Estados Unidos, el Chevrolet Corvette es el que más satisfacción genera, seguido justo por el roadster de Mazda. El Wrangler, que tradicionalmente es un vehículo de baja fiabilidad según ese medio, sigue siendo de los favoritos por la sensación de poder y libertad de genera en sus dueños.
La fiabilidad no es todo
La frecuencia con la que cambias de auto puede determinar qué tan importante es la fiabilidad. A los dueños de un no siempre fiable Land Rover, que cambia de vehículo a cada dos años, no les importa mucho el tema. Pero para el que usa el auto para trabajar en plataformas o los que salen con frecuencia a carretera, es un tema fundamental y debe ser tomado muy en cuenta antes de hacerse de un carro, principalmente si es usado.
Otro punto a considerarse en esos casos es el consumo de combustible. Muchos hacen un esfuerzo financiero importante para adquirir un híbrido, cuando es probable que no circule lo suficiente como para que ese sobreprecio valga la pena. Pero si manejas un auto por 50 mil kilómetros o más a cada año, como lo hacen los de plataforma, y ese auto hace 10 km/litro en ciudad como lo hace, por ejemplo, un Jetta, gastas 120 mil pesos por año en gasolina. Invertir en un híbrido que logra circular 20 kilómetros con cada litro y ahorrar 60 mil pesos por año, ya tiene sentido. De un Jetta básico que cuesta 400 mil pesos a un Prius básico que sale por 470 mil, en poco más de un año pagas la diferencia. Pero si eres de los que ruedan 20 mil kms por año (que es el promedio en grandes ciudades) o menos como yo… comprenderé, tardarás alrededor de tres años para pagarlo.
Otro punto importante es tu forma de manejar. Si disfrutas hacerlo, seguramente preferirás un auto con motor más potente (yo ya vendí un coche que tuve solo por nueve meses, por este motivo) y manejo más preciso. Si eres un pragmático que usas un coche solo como herramienta de traslado, probablemente preferirás algo más cómodo y silencioso.
En México la gran mayoría no necesita un vehículo con tracción integral, ya que en la mayor parte del territorio no hay nieve, además las lluvias duran tres o cuatro meses. Comprar una SUV con ese sistema implicará más gasto en combustible, debido a su peso.
Con las cajas manuales escasas, los entusiastas preferirán una automática de convertidor de par, mientras que otros podrán estar felices con el menor consumo de una CVT.
En pocas palabras, hay que conocernos antes de comprar y estudiar en el mercado, conscientes de nuestro presupuesto, para elegir lo que mejor encaja en nuestras necesidades.
