La pandemia distorsionó muchas cosas en el mundo. Trabajar desde la propia casa se volvió tan común, que hoy muchos no aceptan si es de otra forma. Las reuniones virtuales se volvieron cotidianas y aprendimos a disfrutar muestra casa y nuestra pareja. Buenos, algunos mejor se divorciaron. Eventualmente encontrábamos vuelos con pocos pasajeros y a precio menos alto, aunque también perdimos rutas. Pero el mundo de los autos se puso, literalmente, de cabeza, con falta generalizada de vehículos y precios que hasta hoy, miran a las nubes desde arriba. Sin embargo, las cosas empiezan a cambiar y el consumidor comienza a saborear de nuevas cuentas la mieles de la oferta mayor que la demanda.
Claro que en muchas marcas la situación aún es todo menos normal. Toyota probablemente sea el caso más grave cuando hablamos de listas de espera. Busque una Rav 4 híbrida y difícilmente la recibirá antes de seis meses. Con una Sienna o Highlander, la situación es similar. Pero el que quiera un nuevo Prius, pese a la ridícula polémica que muchos levantaron por no traer rines de aluminio, necesitará esperar un año o más, o al menos fue la respuesta que obtuvimos en distribuidores de Guadalajara y Monterrey. No estamos solos ni somos el peor caso. En California un amigo también necesitará ejercer su paciencia por al menos 12 meses antes de recibir su Prius. Si vives en Montreal, bueno, esa espera es de nada menos que 24 meses.
Para algunas marcas, el problema mayor reside en la logística interna, es decir, la demora en llevar a sus autos de su fábrica o de los patios a los que llegan los vehículos de importación, hacia la agencia. Mazda es una de ellas. El tema se debe a la escasez de trenes, madrinas y choferes. También es consecuencia de una inflación provocada por otras marcas que pagan más a los insuficientes choferes y a las escasas madrinas, para darle prioridad a sus traslados. Naturalmente eso aumenta el precio de los autos y no todas las marcas están dispuestas a hacerlo.
Otras opciones
Mazda, por ejemplo, que ha basado parte de su estrategia de crecimiento en ofrecer mejores precios a sus clientes, no puede caer en ese juego. Muchos preguntan por qué no se puede ir a recoger el auto en la fábrica, sea de Mazda, Honda o Volkswagen. El hecho es que abrir esa posibilidad implica restar importancia a sus principales socios de negocio, que son los distribuidores, o aumentar el precio y generar una experiencia para el cliente, como ofrecen marcas europeas como Volvo, BMW y la misma Volkswagen. Falta ver si la cantidad de mexicanos dispuestos a pagar más por eso sería suficiente para mantener un programa así.
Dificultades aparte, el consumidor debería mirar a otras opciones. En lugar de, por ejemplo, aferrarse a una Rav 4 híbrida, puede hacerse de una Escape también híbrida. El fin de semana pasado estuve en una agencia en Guadalajara que tiene todas las versiones de Escape no solo para entrega inmediata, también para prueba de manejo. Esas pruebas, que ayudan mucho a no hacernos de un auto, prácticamente habían desaparecido desde la pandemia.
¿Necesitas una pickup? También ya se puede encontrar una Cheyene, una Maverick o una Frontier para entrega inmediata. Y menciono esas marcas para no mencionar las chinas, que tienen buen rato ofreciendo un inventario que otras no tienen. Pero si quieres hoy una CR-V, la vas a encontrar o esperar poco por una. De hecho hasta promociones como 24 meses sin intereses o descuentos de casi 100 mil pesos he visto en productos como, por ejemplo, Bronco Sport.
Estamos saliendo de una “época de vendedores” para regresar a la más normal, donde mandan los clientes, donde es nuestro dinero lo más importante. De hecho un consumidor educado, el día de hoy, ya no necesita ser tratado como si le hicieran el favor de vender, pero para eso hay que abrir la mente a otras alternativas. ¿No encuentras una Corolla Cross? Maneja una Trax. Cansado de esperar por una Rav 4, considera la nueva X-Trail, sea o no la e-Power. Y si vas a los distribuidores en los últimos días de cada mes, encontrarás nuevamente su necesidad de llegar a la cuota de ventas y la posibilidad de conseguir acuerdos importantes. Tu dinero vale. Solo tu sabes lo que te costó ganarlo. No lo desperdicies aferrándose a una sola marca o a un solo producto.