Los mexicanos no somos precisamente consumidores pacientes. Estamos acostumbrados a ir a la tienda, dejar nuestro dinero y salir con la mercancía a casa. Es así con todo, incluso con los autos y buena parte de esa costumbre viene del vecino del norte, donde las inmensas agencias de coches tienen inventarios en patio que, al verlos, tenemos la impresión que no van a acabar nunca. Por otro lado los europeos piden un coche ahora, le ponen el color, los asientos y otros accesorios a su gusto y esperan algunos meses antes de estacionarlo frente a sus casas. Pero la pandemia cambió de tajo el hábito de ambos, forzándonos a esperar por el coche que queremos y obligando a los del Viejo Continente a renunciar a su costumbre de personalizar sus vehículos para tenerlos exactamente como les gusta. Muchos encuentran a un solo culpable por eso, pero no es así. Y menos en México.
Por supuesto que el gran villano global es la ausencia de microprocesadores. Cuando todo se detuvo entre abril y mayo de 2020, las marcas cancelaron pedidos a todos sus proveedores y cuando la demanda regresó más fuerte de lo que esperaban - porque muchos de los que no pensaban comprar autos decidieron hacerlo para no correr el riesgo de contagiarse en el transporte público- los fabricantes de microchips ya tenían su producción vendida a la industria electrónica, que creció sus ventas verticalmente debido a que muchos comenzaron a trabajar desde sus casas. Esa escasez poco a poco ha ido arreglándose y se espera para finales de 2024 volver a la normalidad, es decir, a como era todo en 2019. Pero hay más escasez que la de los microprocesadores.
Con el crecimiento importante de la producción de autos eléctricos, el litio de sus baterías se volvió también escaso. El valor total del mercado global, que era de 3 mil millones de dólares en 2020, fue de 35 mil millones de billetes verdes en 2022. La producción de autos eléctricos es la culpable, obviamente, y por primera vez desde 2010, el precio de las baterías aumentó.
¿Y México?
La compañía que más ha empujado en la fabricación y venta de vehículos eléctricos es la china BYD (Build Your Dreams) que recientemente llegó a México. BYD vendió 321 mil vehículos eléctricos en 2021 y saltó para impresionantes 911 mil el año pasado. Se espera que a finales de este año BYD rebase a Tesla como el mayor fabricantes de autos eléctricos del mundo, incluso cuando Tesla crezca entre 30% y 40% este 2023, con la apertura de sus fábricas en Berlín y Austin. Ese aumento de la demanda de autos eléctricos produce escasez de vehículos híbridos, que son muy importantes para varias marcas como Toyota y Lexus, por ejemplo. De ahí que cuando quieres una Rav 4 híbrida, la lista de espera sea mucho mayor.
Pero digamos que quieres un auto producido en México. En este caso puede que la demora en recibirlo se deba a que falte microchips para poner un determinado sistema de sonido, un cargador inalámbrico o una pantalla de mayor tamaño, pero también hay otros problemas, como la falta de madrinas suficientes para transportarlos a los distribuidores y los robos que algunas han sufrido en las carreteras.
Si el auto es importado y ya está en suelo mexicano, el problema es otro. Una vez que el vehículo está en el patio de alguno de los puertos, digamos Manzanillo, Veracruz o Lázaro Cárdenas, hay que pasar por aduana y no solo no hay personal suficiente, sino que hay sospechas de corrupción que haría que determinadas marcas se vieran favorecidas sobre otras, retrasando el proceso de la mayoría.
Si al llegar a un concesionario te dicen que el auto que quieres está listo para entrega inmediata, perfecto. Lo compras, te entregan en pocos días por el trámite de placas y listo. Si te dicen que lo tienen en existencia, es posible que esté en algún puerto y entonces la espera normal puede ser dos meses o más.
Así que cuando pides un auto y te ponen en una lista de espera de, digamos, siete meses, los primeros 120 días se deben a la falta de algunas materias primas para fabricarlo, pero por los últimos 90 días solo se puede culpar a México, desafortunadamente. Y no se ve que haya una solución para eso a mediano plazo, como sí debe haber para lo demás.