Para nadie es un secreto que los precios de los coches están por las nubes. Y como cada quien cuenta cómo le va o le fue en la feria, pareciera que en México han subido más que en otros lados y tenemos de los coches más caros del mundo. El hecho es que con nuestra capacidad adquisitiva cada vez menor, la dificultad para hacerse de un auto nuevo es mayor a cada día, por lo que me encantaría decir aquí a todos que se tranquilizaran, que esto es solo una cuestión de tiempo, que una vez pase la pandemia la situación volverá a la normalidad pero, desafortunadamente, no es así. De hecho, las cosas se pondrán peores y esto ya empezó a pasar.
Todo comenzó con el cierre de plantas en todo el mundo debido a la pandemia, a principios de 2020. Ese cierre paró la producción de prácticamente todo y creó o aceleró el trabajo desde la casa, el ahora famoso “home office”. Esto aumentó el apetito del mercado por computadoras, teléfonos, tabletas, video cámaras, micrófonos, etcétera. Todos requieren, obviamente, microprocesadores y los que usan son más sofisticados y caros que los que requiere la industria automotriz, por lo que los fabricantes de microchips no solo ya no tienen la capacidad de producir todo lo que los fabricantes de autos necesitan, sino que dan prioridad a la venta de sus productos de más alta gama a la industria electrónica, por su obvio mayor margen de utilidad. Los productores de autos, naturalmente, están haciendo lo mismo. De ahí que los vehículos de la base de la pirámide como Chevrolet Beat, Spark, Ford Figo y EcoSport, VW Vento y Polo, están dejando de venderse en el mercado mexicano. Algunos, como Vento y Polo, aún tienen algo de inventario, que no debe tardar en ser consumido.
Nos quedan cada vez menos opciones por menos de 250 mil pesos, como Renault Kwid, Nissan March y V-Drive y cerca de eso, el Mitsubishi Mirage. La pregunta es ¿Por cuánto tiempo?
Aumentos mensuales
¿Se acuerdan del Chevrolet Chevy? Al contrario de la gran mayoría de los autos que dejan de ser producidos, el Chevy vendía muy bien todavía cuando decidieron ya no hacerlo. La decisión se tomó porque General Motors necesitaba el espacio que usaba para fabricarlo para hacer otro producto, más rentable: el Sonic. No me parecería descabellado que pasara lo mismo con el March y V-Drive, pese al gran mercado que aún tienen. Dejo en claro que no tengo ninguna información de que esto vaya a pasar, solo digo que no me parecería raro si ocurriera.
Además de la salida de algunos de los modelos más baratos del mercado, aún enfrentamos una inflación elevada cuando hablamos de los precios de los autos. No es un fenómeno local, sino global. En Estados Unidos el precio promedio de los autos sube nada menos que 200 dólares cada mes y no solo durante la pandemia. Hace cinco años, un Toyota Corolla costaba, en su versión intermedia, 19,499 dólares. Hoy cuesta 26,089 billetes verdes. En 1999 el mismo auto costaba poco más de 4 mil dólares en la Unión Americana. ¿Qué los hizo subir tanto? La exigencia del mercado, que demanda mayor seguridad, economía, más entretenimiento y conectividad y menor contaminación. Todo esto tiene un precio y es, en realidad, lo que está haciendo que para todos nosotros sea más difícil hacerse de un coche nuevo.
Sin embargo, hay lugares donde es mucho más caro que en México tener un auto como el Corolla. De hecho, en toda América solo Chile pide menos dólares por un Corolla (16,357 vs 17,161, según el sitio Numbeo.com, que publica el llamado Índice Corolla, que mide el costo de ese auto en varios países. En Uruguay, por ejemplo, cuesta 33,800 dólares comprar uno, lo que aún es regalado si comparamos contra los 83 mil dólares que cuesta en Singapur. ¿Ya se imaginaron pagar un millón 743 mil pesos por un Corolla en su versión intermedia?
Pero una cosa es su precio y otra la capacidad adquisitiva de la gente. Un australiano solo necesita 49.48% de su salario promedio anual para comprar un Corolla. Un estadounidense necesita 54.87%. El mexicano, en cambio. Necesita 285.2% de su sueldo anual para hacerlo y no estamos tan mal comparados contra Argentina (515.17%) o Turquía (652.29%). Sí, somos cada vez más pobres, pero no los más pobres, si esto sirve de consuelo.