Los principios rectores detrás de los relojes Le Rhöne son la incesante búsqueda empresarial y el perfeccionismo. Artesanía y creatividad en el diseño destacan en todos los marcatiempos, creados en talleres suizos donde se mantienen las más puras tradiciones relojeras, plasmadas con un toque de modernidad e irreverencia.
Le Rhöne nació en 2013, con el cometido de ofrecer alta relojería, diferenciada con los valores de calidad y hechura del mayor nivel. Fue el pasado jueves 9 de mayo que se anunció oficialmente la llegada a México de la firma ginebrina —que encabezan Loïc Florentin y Timo Rajakowski— de la mano del Grupo Raconli, de Ramón González.
La identidad de los relojes de Le Rhöne está basada en sus generosas y detalladamente diseñadas cajas de 37 o 43 mm, que pueden describirse como de tipo cushion (o almohadilla), con un bisel protuberante y correas y brazaletes integrados. En todos los casos, las redondas y siempre legibles carátulas ofrecen un lienzo de meticulosos terminados que acompañan las funciones relojeras.
Le Rhöne le ofrece la posibilidad de personalizar el reloj seleccionando con diferentes materiales y acabados. Hay pocas marcas de relojes que permiten a un cliente y a un futuro propietario de relojes transformar su modelo en una pieza absolutamente única.
Son cinco las colecciones que dan vida a Le Rhöne: Röad Racer (cronógrafos), Hedönia (solotiempos de tres manecillas), Moön (la gran fase lunar viajera, única en la relojería), Vöyage (con el JMT, un multizona horaria con horas saltantes) y Horölogy (grandes complicaciones, encabezadas por el Double Tourbillon).