
A pesar de haber logrado más de 1.1 millones de unidades vendidas en su país natal durante los primeros cinco meses de 2025, y de cerrar la semana del 25 de junio con un récord de 83,400 registros en solo siete días, la marca se está viendo forzada a frenar la producción.
Según un reporte de Reuters, BYD canceló turnos nocturnos y recortó en un tercio la capacidad operativa en al menos cuatro plantas. También detuvo la expansión de nuevas líneas de ensamblaje. La principal razón son los inventarios que no dejan de crecer, ni siquiera con descuentos agresivos.
En mayo, la marca lanzó una ofensiva de precios en 22 modelos, recortando hasta 53,000 yuanes (unos 7,390 dólares). Sin embargo, ni esa estrategia bastó para normalizar los niveles de stock en los pisos de venta. Una red de concesionarios en el este del país incluso suspendió operaciones, presionada por la saturación.
Aunque las ventas internas crecieron 11% interanual en lo que va de 2025 y las exportaciones se dispararon un 112%, la producción apenas subió un 0.2% en mayo, según datos de la Asociación China de Fabricantes de Automóviles (CAAM). Este freno productivo, entonces, parece más una reacción a la realidad del mercado que a una falta de demanda global.
Los concesionarios de BYD en China tienen un inventario promedio de 3.21 meses, según una encuesta de la Asociación China de Distribuidores de Automóviles. La media del mercado es de solo 1.38 meses. Así que, aunque BYD esté vendiendo, está produciendo más de lo que su red puede mover.
La decisión de ralentizar el ritmo responde también a una necesidad de eficiencia: si no se alcanzan los objetivos, no tiene sentido seguir ensamblando a toda máquina. El enfoque actual parece ser proteger márgenes, ordenar la red comercial y evitar que el exceso de oferta canibalice a sus propios modelos.
BYD se enfrenta así al dilema de todo gigante: crecer sí, pero con orden. Porque hasta el líder más sólido, si no ajusta a tiempo, puede perder el control del volante.