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Mini Inspired by Goodwood: el Mini que Rolls-Royce ayudó a crear con refinamiento superior

Recordamos aquella edición especial en la que Mini y Rolls-Royce trabajaron juntos.

Mini Inspired by Goodwood: el Mini que Rolls-Royce ayudó a crear con refinamiento superior

Las colaboraciones dentro de la industria automotriz no son nada raras, especialmente cuando varias marcas viven “bajo un mismo techo”. En ocasiones vemos cómo se comparten plataformas, motores, equipo, entre otros. Sin embargo, ver que una marca de lujo colabore con una de volumen para elevar uno de sus productos a niveles que jamás habríamos esperado es algo bastante raro y eso justamente pasó con Mini y Rolls-Royce en 2011.

Mini la famosa y querida marca británica pertenece a BMW Group, la casa alemana que en 2001 relanzó los productos de Mini con una nueva estrategia que probó ser la correcta y que hasta nuestros días sigue siendo fuerte y popular entre los entusiastas. Su primera década fue de creación y expansión y ya para la segunda se permitieron experimentar con las enormes posibilidades que Mini ofrecía. Por ello en algún momento se atrevieron a imaginar que pasaría si Mini tuviera una colaboración con la otra marca bajo la sombrilla de BMW Group, Rolls-Royce.

En 2011 Mini presentó al Mini Inspired by Goodwood. Una edición especial de la que solo se fabricaron 1,000 modelos para todo el mundo y cuyo principal diferenciador era que Rolls-Royce había compartido parte de sus materiales, partes y equipo de diseño a Mini para vestir uno de sus famosos hatch con elementos de la otra exclusiva marca inglesa.

Para crearlo se basaron en el modelo más popular de su gama, el querido Mini Cooper S, al que al menos por fuera no le dieron muchos cambios, solo los suficientes para hacerlo un poco más sofisticado. En ese sentido lo pintaron en un color “Diamante negro metálico” elegido por Rolls-Royce. Además le dieron un tratamiento extra de cromo al frente, algunos emblemas en los costados y le colocaron unos rines de 17”.

Lo verdaderamente impresionante va en el interior, donde Rolls-Royce colocó la misma piel que le colocaban al Phantom de ese entonces a todo el interior del Mini. Reemplazando los plásticos suaves y duros de casi toda la cabina. Además en el tablero quitaron los plásticos y colocaron insertos de madera de nogal hechos a la medida de los Cooper S.

El suelo del auto se cubrió en lana afelpada, el cielo se cubrió de una tela extra fina, se sustituyeron los insertos de plástico por unos en metal y se reemplazó la fuente de Mini de los números y texto del cuadro de instrumentos por la fuente que usa Rolls-Royce.

Cabe mencionar que además este auto recibió todo el equipo opcional que se le podía colocar al Mini Cooper S de aquel entonces y por si fuera poco, se le colocó una placa que certifica que todos los materiales nuevos del interior provenían de la planta de Rolls-Royce.

Mecánicamente este Mini no recibió cambio alguno, simplemente montó el tradicional motor turbo de cuatro cilindros y 1.6 litros capaz de generar 184 hp y 177 lb-pie de par que además llevaba el poder al eje delantero con una caja automática de seis cambios. Solo una mínima parte de la producción de estos autos recibió la caja manual de seis cambios.

Gracias a la cantidad de materiales usados y el trabajo hecho para modificarlos, su precio no era nada barato. En aquel entonces se vendían por cerca de $52,000 dólares, o el aproximado a $1,007,500 pesos mexicanos. Cerca del precio que por ese entonces se pagaba por un buen Porsche Cayman.

Cabe destacar que las ventas de las 1,000 unidades fueron algo lentas en los mercados a los que llegó, sin embargo, era una edición que no se enfocaba en el cliente habitual de la marca que solo los compra por su appeal o carisma. Si no que se enfocaba en los coleccionistas y fanáticos más aguerridos a Mini y su historia.

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