La Toyota que conocemos hoy es un ente completamente distinto al que vivía hace unos 15-20 años. Por ese entonces la emoción en la marca era casi solo un recuerdo. El Supra había desaparecido, el MR2 no tenía sucesor, el Celica había perdido su razón de ser y todo parecía encaminarse más a dominar a través de la razón. Afortunadamente para la marca, el nieto del fundador de Toyota, Akio Toyoda, tenía perfectamente claro la forma en la que quería llevar vida y emoción de regreso a su marca.
Para inicios de los 2000 Toyota ya era más que un titán de la industria automotriz, sobrepasaban los millones en ventas y se habían forjado una fama de duraderos y confiables. De igual forma, en el ámbito del deporte motor ya eran una fuerza a reconocer tanto en el WRC, campeonatos de resistencia y muchas otras formas de competencia.
Con lo anterior en mente, había personas dentro de Toyota que seguían anhelando aquellos días de emoción, de ver a un Toyota y sus pilotos postrarse en lo más alto del podio o simplemente ver como uno de sus autos asombraba y emocionaba, tanto a quienes lo manejaban, cómo a quienes lo veían o escuchaban.
El Lexus LFA que nació de una noche de copas
En algún momento previo al inicio del nuevo siglo, uno de los principales ingenieros de Toyota, responsable del desarrollo de autos como el Crown o Celiaca, Haruhiko Tanashi, salió a tomar algo con otros colegas de Toyota, entre ellos su jefe, Tetsuo Hattori, máximo responsable de Ingeniería de producto en todo Toyota.
Hattori se caracterizaba por ser una persona muy racional y cuadrada. Afortunadamente para Tanashi, la convivencia de aquel día y el efecto de los tragos, hicieron que se abriera un poco más a ideas nuevas. Una de esas ideas provenía de Tanahashi quien quería desarrollar el deportivo japonés definitivo, un Toyota que le devolviera la emoción a la compañía.
Tanahashi propuso esto a Hattori y sin creerlo posible, Hattori le pidió poner en marcha el proyecto. Algo que creyó que había sido una broma en el momento, pero que después ya en sus respectivos lugares de trabajo terminó de confirmarse. Es así que nace el proyecto secreto P280.
En un inició se buscaba crear un deportivo mediano, convertible y con motor V6 que fungiría como reemplazo del legendario Supra de cuarta generación. Sin embargo, tras los primeros pasos del desarrollo, el jefe de Tanahashi le pidió pensar en grande y no limitarse en algo tan común. Es ahí que se tomó la decisión de crear un auto halo para Lexus.
Tan importante fue este cambio que el auto que decidieron usar como inspiración en manejo y filosofía fue el mismo McLaren F1, conocido por muchos como el primer hypercar. Para elevar aún más su desarrollo, Tanashi se acercó a Hiromu Naruse, un Master Driver de Toyota quien trabajó décadas para Toyota ayudando a poner a punto decenas de los autos más emblemáticos de la marca y quien incluso compitió con los legendarios Toyota 2000 GT.
Naruse fue clave para la dinámica tan precisa del LFA y también para impulsar al fundador de Gazoo Racing, el propio Akio Toyoda, a perseguir su pasión por competir de forma profesional.
El proyecto se enfocó en desarrollar y producir el auto en Motomachi, Japón, fabrica que ahora se conoce como LFA Works, en ella 170 personas trabajaron en un prototipo para el cual utilizaron aluminio para la estructura pues era un material muy ligero. Sin embargo, el hacer un auto tan complejo con miles de partes especificas y no compartidas con otros de la alineación, tenía los costos reventando el techo financiero de la marca. Razón suficiente por la que el área de finanzas de Toyota siempre presionara para cancelar este proyecto.
La presión fue tal que Tanahasi y Naruse revelaron los secretos del proyecto a Akio Toyoda para que interviniera y evitara la cancelación del proyecto. Akio, al ser un fanático puro de los autos no dudo en ofrecer su apoyo. Eso sí, pidió tener actualizaciones y oportunidades continuas de manejar el auto para ayudar a Naruse a encontrar toda solución que les permitiera hacerlo perfecto, siguiendo la filosofía Kaizen de Toyota.
Para impulsar este modelo se consideró una evolución de los motores V8 de Toyota que ya habían hecho fama, sin embargo, durante esa época (previa a 2005) Toyota ya había participado en F1 con motores V10, por lo que decidieron tomar parte de lo aprendido en la máxima categoría y colocar un motor de este tipo en lo que sería el LFA. El primer prototipo del LFA se mostró en 2005 y maravilló a todos pues era algo que nadie esperaba de Lexus o Toyota. Sin embargo, la construcción con aluminio del chasis no terminaba de permitir que el auto se manejara como Naruse, Toyoda y el equipo de ingenieros quería.
Tras mucho meditar y experimentar, el líder del proyecto dio luz verde para que Toyota usara fibra de carbono para construir el chasis, tal cual lo hizo el McLaren F1. Este cambio hizo que mucho se tuviera que rediseñar y que Toyota tuviera que comprar todo lo necesario para fabricar fibra de carbono y a su vez entrenar al personal encargado de esto. Pues el equipo del proyecto P280 se negó rotundamente a trabajar con una compañía externa y compartir con ellos sus diseños.
Esta razón hizo que el desarrollo del LFA se retrasará al menos otros tres años. Sin embargo, durante ese tiempo pasaron cosas que serían esenciales para el LFA y para Toyota y su futuro en las pistas.
Naruse y Toyoda
Akio Toyoda, nieto del fundador de Toyota siempre se caracterizó por amar los autos y las competencias. Desde joven mostró interés en competir, sin embargo, su familia no lo permitió, por lo que se enfocó en llevar una vida más ejecutiva estudiando leyes y finanzas para continuar con el legado familiar.
Sin embargo, un día Akio Toyoda se encontró con Hiromu Naruse en una junta, en la cual Naruse no dudó en expresar su descontento con algunas decisiones tomadas internamente. Durante esa discusión, Naruse sugirió a Toyoda que como un ejecutivo con tanto poder no podía hacer comentarios acerca de la dirección del manejo que los autos debían tomar si no sabia al menos manejar de forma correcta. Además, se ofreció a darle clases de conducción para que sus peticiones tuvieran sentido.
En cualquier otro contexto, que alguien le hablara así al heredero del dueño de la compañía hubiera sido suficiente para ser despedido, pero Toyoda vió en esto una oportunidad para vivir su sueño de competir, además de reconocer el valor de Naruse para enfrentarlo de tal forma.
Toyoda aceptó la oferta de Naruse y comenzaron con lecciones por circuitos de todo Japón. Tiempo después de lecciones privadas, Toyoda pudo competir, sin embargo, para no levantar sospechas y evitar conflictos con otros directivos y hasta parte de su familia, eligió correr bajo un pseudónimo “Morizo Kinoshita"
Tan solo en su segunda carrera oficial en Japón, logró subir al podio por lo que Naruse confirmó que Toyoda estaba listo para que más adelante se enfrentara a pruebas más exigentes.
Con el paso del tiempo y más experiencia en pista, el siguiente gran paso era hacer que Toyoda tomara parte en una de las competencias más difíciles y peligrosas del mundo, las 24 Horas de Nürburgring. Toyoda propuso crear un equipo, sin embargo, los demás directivos negaron el destinar dinero a esta causa, pensando que era más un capricho, además por esas fechas el costo del proyecto P280, la crisis financiera que se acercaba y los gastos que habían dejado los proyectos de F1 y NASCAR, hicieron que todo se volviera más complejo.
Para lograr entrar Akio Toyoda fundo un equipo llamado Gazoo Racing con un presupuesto extremadamente limitado en comparación de los protagonistas de esa edición. Gazoo Racing, compitió con dos Toyota Altezza usados y modificados, claro sin ningún patrocinio o apoyo de Toyota. Al volante estarían Toyoda, Naruse y otros pilotos japoneses. Esa carrera en 2007 se terminó con los autos de Gazoo en los lugares 104 y 110 de cerca de 200 participantes.
Gazoo Racing y el LFA rediseñado
Tras un par de años de rediseño el LFA definitivo se acercaba a su parte final de desarrollo, por lo que decidieron comenzar a ponerlo a prueba en el mismo Nürburgring, donde Naruse sería el encargado de exprimir todo lo que fuera necesario del LFA para hacerlo perfecto. Este trabajo fue tan demandante que idearon inscribir al menos un prototipo del LFA ligeramente modificado a la edición 2008 de las 24 Horas de Nürburgring para que con la información recabada del maltrato que implica correr un auto por tanto tiempo en una pista tan demandante, pudieran mejorar aún más al LFA y obviamente inscribieron al auto bajo el equipo de Gazoo Racing.
Esta idea tuvo luz verde y el LFA ya con chasis de fibra de carbono comenzó a competir desde 2008 y hasta 2011 en ese mismo evento. Al menos de 2008 a 2010 compitió como prototipo, pues fue en diciembre de 2010 cuando el LFA entró por fin en producción.
Las pruebas por las que pasó el LFA fueron tan buenas que muchos lo describen como un deportivo perfecto. Incluso Toyota contrató a Yamaha para ayudarles a afinar la nota del motor y escape, crear una caja de resonancia sobre el cofre y conductos que llevarían el sonido de su V10 a la cabina de forma envolvente.
Desafortunadamente los años que pasaron desarrollándolo y el mayor retraso de al menos 3 años, al pasar de chasis de aluminio a fibra de carbono, hizo que la competencia pudiera desarrollar modelos tan potentes o innovadores como lo hubiera sido el LFA de haberse lanzado en 2007 cómo se tenía planeado. De igual forma, el LFA fue tan caro que muchos prefirieron comprar algún modelo de capacidades similares, pero más accesible que ofreciera otra marca.
A pesar de ello el LFA se volvió un auto de culto, en el que cada ejemplar que ha llegado a verse en subasta, se ha vendido por mucho más de lo que costó originalmente. Solo se fabricaron 500 unidades, incluyendo la versión Nürburgring Edition que en su momento fue el auto de producción más rápido en completar una vuelta del Infierno Verde. En un inicio el precio base del LFA era de 375,000 dólares.
Mientras tanto, el éxito de ver a Toyota de regreso con productos emocionantes y un cambio de liderazgo que creía que podía inyectar pasión de nuevo a la marca, fue esencial para que poco más adelante Toyota reconociera a Gazoo Racing como su equipo de fábrica y unificará bajo su techo a todas las ramas de deporte motor en las que compiten, teniendo presencia ahora en la Super Fórmula, WRC, WEC y muchos otros campeonatos mundiales o regionales donde han ganado múltiples campeonatos. Convirtiéndose ya en una de las estructuras de deporte motor más exitosas de nuestros días.