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Motor de arranque: La huelga estadounidense que amenaza a México

Han habido muchas huelgas en el pasado en la industria automotriz en Estados Unidos, pero ninguna como la que podría estallar.

Motor de arranque: La huelga estadounidense que amenaza a México

En septiembre de 2008, las tres grandes marcas fabricantes de autos en Estados Unidos estaban en muy mal estado. Fabricaban más de lo que podían vender y para lograr un cliente para sus vehículos -considerados por muchos consumidores como inferiores a los extranjeros, principalmente japoneses y alemanes- tenían que dar elevados descuentos. General Motors, la mayor de ellas, declaró más tarde que en ese año perdió 85 millones de dólares por día. Cada auto vendido representaba una pérdida de 3,700 dólares. La empresa no cerró porque habían intereses políticos y el entonces presidente, George W. Bush, declaró en 2012 que liberó 17.4 mil millones de dólares en diciembre de ese año, para evitar que la tasa de desempleo en el país llegara a 21%. Varios analistas dijeron entonces que muy buena parte de esas pérdidas venían de los pagos de pensionados, gente que tenía más de 20 años sin producir, pero que aún recibía dinero y gastos médicos de las empresas, cuando esos fondos -al menos los de salud- deberían venir del gobierno. Hoy, la poderosa UAW, el sindicato de los trabajadores de la industra, amenaza con una huelga que puede detonarse en el último minuto del próximo día 14, caso no atiendan a sus exigencias. Una de ellas es precisamente regresar los pagos de pensiones y salud a los retirados.

Es cierto, pese a la pandemia, la industria automotriz estadounidense goza de cabal salud. General Motors tuvo el año pasado una utilidad de 13 mil millones de dólares, Ford de 9.2 mil millones y Stellantis de 15.2 mil millones, según el diario Detroit News. “Esto muestra que ellos tienen dinero para mejorar los sueldos y prestaciones de sus trabajadores”, dice el líder del sindicato, Shawn Fain.

Con esa convicción, Fain pide algo que cualquier trabajador en el mundo estaría feliz de recibir y cualquier empresa en el planeta estaría asustada caso tuviera que pagar. La lista de pedidos es inmensa, pero lo que más se destaca es 46% de aumento de sueldos en cuatro años, trabajar 32 horas por semana, pero seguir recibiendo como si hubieran trabajado 40 horas, ajustes según el aumento del costo de vida y el ya mencionado regreso de las pensiones.

El peligro

Han habido muchas huelgas en el pasado en la industria automotriz en Estados Unidos. La mayoría contra una de las empresas. Pocas veces contra dos, pero esta podría ser la primera contra las tres. Y según el Anderson Economic Group, 10 días de huelga podrían causar un daño económico de 5.6 mil millones de dólares. Con los inventarios aún muy bajos debido a la pandemia, los distribuidores y los patios de las armadoras no tienen mucho margen para aguantar.

La UAW tiene, además, un gran poder en el vecino del norte. En general sus logros son pronto copiados por otros sindicatos, modificando el panorama del empleo en ese país. Pero parar la producción también implica que muchos proveedores no tendrán cómo seguir fabricando autopartes. Muchos de esos están en México y, dependiendo de qué tan larga sea la huelga, el empleo de muchos mexicanos también estará en riesgo.

Para los consumidores será el regreso de un tiempo con pocos autos en las agencias para marcas que ya se veían lejos de ese problema, como Ford. Con la escasez, otra vez regresan el aumento de precios y las largas listas de espera, que hoy poco a poco están disminuyendo. El impacto se verá más fuerte en Coahuila, el estado que más autopartes exporta a Estados Unidos, según Jaime Guerra Pérez, vice Presidente ejecutivo de CANACINTRA.

Caso los 143 mil trabajadores de la industria automotriz estadounidense se decidan por el paro el próximo día 14, Norteamérica como un todo recibirá un fuerte golpe. Ojalá el sentido común en ambos lados prevalezca, pero hasta el momento nada indica que así sea. La única que hizo una contrapropuesta fue Ford, misma que fue rechazada por la UAW. GM y Stellantis dijeron que no han recibido las peticiones del sindicato, haciendo enojar aún más a sus líderes. Que los trabajadores merecen más, parece que queda claro. El punto es ver hasta donde la cuerda puede ser estirada sin romperse, sin amenazar la salud de las empresas porque, finalmente, un trabajo no tan bien pagado, es mejor que no tener trabajo. Y si se estalla la huelga, muchos perderán los suyos. Los únicos que agradecerán, al menos en México, serán los chinos y sus autos, que incluso se venden bajo marcas estadounidenses.

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