Fue a principios de 2019 cuando Triumph lanzó una familia exclusiva de versiones dedicada a realzar sus motos más emblemáticas, y que rescatara la imagen tradicional de motos de alta gama que la marca británica siempre ha tenido. Así, TFC o Triumph Factory Custom tocó la Rocket III y la Thruxton, y era el momento de que alcanzara también a la Bobber.
En el Salón de Motos de Milán (EICMA) se presenta esta Triumph Bobber TFC, de la que sólo se producirán 750 unidades para el todo el mundo. Como siempre, TFC pone el acento en la excelencia, destacan por la preocupación por los detalles, tanto en calidad de componentes como en su belleza.
La Bobber se lanzó en 2016 consiguiendo un éxito inusitado, por su estética, su comportamiento y el concepto general, consiguiendo cambiar la imagen de aburridas de las cruiser. Para esta versión TFC, la estética vuelve a cobrar relevancia, pero el comportamiento sigue siendo un punto destacado.
Por ejemplo, el motor de dos cilindros y 1,200 cc consigue sacar 10 caballos y 3 lb-pie extra respecto de la Bobber normal, para llegar a 87 Hp y 81 libras a 4,500 rpm, todo ello gracias a la introducción de componentes más ligeros, como el cigüeñal, los árboles de equilibrado, el embrague y la tapa de válvula, que es de magnesio.
Los escapes son Arrow, más ligeros y espectaculares a la vista, que añaden estilo a nuevos acabados pulidos con remates de fibra de carbono. Todo ello en la clásica vestidura oscura de TFC. La carrocería es de fibra de carbono, el asiento es de cuero, la salpicadera delantera fue acortada y se le dio un acabado texturizado mate al chasis y basculante.
La electrónica suma tres modos de conducción, inmovilizador de motor, control de tracción y frenos ABS. Respecto de la ciclística, suma pinzas de freno Brembo M50 sobre discos de 320 mm, nuevas suspensiones Öhlins NUX 30 adelante y RSU atrás, ambas completamente ajustables.
Cada unidad tendrá a la vista el número de serie, por lo que se estima que será una custom realmente cara.