
Parecía que nunca iba a llegar, pero al fin la IndyCar confirmó que en 2028 estrenará monoplaza, dejando así el actual chasis Dallara DW12, que estrenó en la temporada 2012 y que sólo ha ido actualizando en estos 13 años.
Si bien no se dieron datos concretos, la serie informó que comenzará el próximo año con las pruebas de desarrollo, además, confirmó que buscará tener un monoplaza 45 kilogramos más ligero que el actual, con una mejor adaptación al tipo de pistas que vista la categoría, en donde se incluyen óvalos, circuitos permanentes y trazados callejeros.
El motor también sufrirá cambios, creciendo la cilindrada de 2.2 a 2.4 litros, manteniendo la configuración V6 y el twinturbo, aunque no se habló nada de si continuarán siendo híbridos o volverán a la configuración de sólo el propulsor de combustión.
Con este incremento en la cilindrada, la IndyCar espera tener una mayor entrega de torque y potencia, mejorando el desempeño de los autos.
También se adelantó que Dallara y la serie trabajarán para que el nuevo monoplaza no pierda la esencia estética de un auto de IndyCar, para mantener feliz a la base de fans de la categoría y atraer nuevos aficionados.
El plan original de la categoría no era dejar que el coche actual durara tantos años, sin embargo, los distintos problemas financieros mundiales, la pandemia de covid-19 y otros contratiempos, hicieron que se fuera alargando su estancia en la pista, ayudando a reducir los costos.
Sin embargo, con tanto tiempo de uso, los equipos más grandes y poderosos han podido ir desarrollando mejor el auto, creando una brecha importante con las escuadras que tienen menor capital y capacidad de evolución.
Desde mediados de la temporada pasada se introdujo un nuevo motor híbrido, siendo el mayor cambio que ha tenido la categoría desde 2012, en un movimiento que busca ser beneficioso para Chevrolet y Honda, los dos proveedores de propulsores en la serie. Ambos terminan su contrato en 2026 y no se ha escuchado nada acerca de su posible estancia más allá del próximo año.