¿Y cuales serían ellas? Familia, mascotas, viaje, enseres personales, y cualquier cosa que vaya surgiendo en el camino porque durante este primer contacto con Jeep Commander he podido constatar que el gen Jeep, a pesar de que el origen ahora sea brasileño -igual que Compass- sigue estando ahí; sí en una versión más “civilizada”, pero manteniendo todo ese lenguaje y guiños nostálgicos de la marca.
Jeep Commander: diseño exterior
Jeep Comander luce una silueta que, a pesar de sus 4.7 metros de longitud, se mantiene equilibrada visualmente y bien representada por el lenguaje actual de la marca: parrilla, faros y calaveras, rines de 19” y un acabado bitono en la carrocería es lo primero que notaremos. Después, a pedido, vienen los 5 colores, manteniéndose propositiva con emblemas y anagramas de acabado satinado; calaveras LED -que lucen el Jeep- encapsulado, así como el obligado del segmento, techo panorámico, todo lo anterior y más, disponible en la única variante disponible: Overland.
Jeep Commander: habitáculo y equipamiento
Ya teníamos un buen antecedente de Compass, pero Commander cuanta una historia distinta. Y es que puertas adentro, inmediatamente notamos los efectos de esta variante extendida de la plataforma que permite potenciar el basto equipamiento y, sobre todo, lucir muy diferente a su “hermano”. Basta ver los asientos nappa y los detalles Jeep en el posa brazos. La zona central del tablero viene tapizada en gamuza dando ese toque de elegancia al infoentretenimiento y botón de encendido, hasta que se encuentra con el volante. Me sorprendió el climatizador bizona con control independiente en la segunda banca.
La segunda fila se mantiene “racional” en temas de espacio, sobre todo para personas de talla mediana, mientras que la tercera revela las limitaciones normales, resultando ideal para personas muy bajitas o niños, sin embargo, en Commander der lo que se trata es de que viajen todos (as), eso sí, acompañados de lujos y amenidades que recuerdan a Cherokee o Wagonneer, por ejemplo.
Lógicamente, su capacidad de “expandirse” es otro de sus argumentos y con hasta 1,760 litros disponibles con ambas bancas abatidas, las posibilidades se vuelven infinitas; y mención a parte para el doble piso en la cajuela donde también hay espacios de almacenamiento.
Jeep Commander: comodidad y seguridad tras el volante
Dada su orientación, Jeep Commander se nota bien trabajado en cuanto a calidad de marcha: silencioso, cómodo y hermético. Si bien el motor cuatro cilindros turbocargado de 1.3 litros y 173 hp podría “pensarse” limitado, da lo mejor de sí desde las 2,700 rpm. La asociación con la caja automática de seis velocidades sigue siendo un buen acierto pues con otro tipo de configuración tendríamos una respuesta sosa y nada emocional.
En Commander no ocurre eso, e incluso nos “ayuda” a llevarlo mejor mediante el autostick o las paletas al volante, sin ninguna pretensión deportiva -porque no lo es- pero sí de optimizar su rendimiento, calidad de marcha y desempeño en el camino.
Cualquier ritmo que le pidamos puede hacerlo, sintiéndose cómodo en largas rectas, principalmente, y en ese sentido, resalto el buen trabajo del control de velocidad crucero adaptativo, así como el paquete de asistencias incluidas; hay una prácticamente para cualquier eventualidad, con el respaldo adicional de seis bolsas de aire más la de rodilla para conductor.
Por ahora, en este primer encuentro con Jeep Comander, me quedo con el buen tacto con el volante, la posición de manejo, esa sensación constante de confort y lujo moderado; el trabajo tecnológico de seguridad, pero sobre todo, con la sensación de estar al volante de una SUV más grande, lujosa y práctica, pero sin esa disfuncional y exuberante tendencia visual que china nos ha traido: bien ahí, Jepp Commander.
