De niño, uno de los autos que más admiraba era el Chevrolet Impala. A diferencia de México, la distancia de Brasil hacia Estados Unidos hacía que fueran escasos esos enormes sedanes, que a finales de los años 50 exhibían en su parte trasera grandes “alas” laterales, que recordaban cohetes. Era la época de la carrera por conquistar el espacio, con Yuri Gagarin por el lado ruso y los Apolon del lado estadounidense. Cuatro faros, inmensas defensas cromadas hechas de un metal tan grueso que probablemente pudieran ser usados para blindar un auto compacto hoy en día. Y claro, largo como debería ser. Nunca ni siquiera me pude subir a uno. Era un sueño inalcanzable, un auto de ricos en una época en la que tener un coche, cualquier coche, ya era para pocos. Pero cómo me gustaba verlo pasar, imponente, con el sol de Recife reflejándose sobre su brillante carrocería. General Motors era mayor empresa del mundo. En su país era tan poderoso su dominio, que llegó a debatirse si era un monopolio. Y fue la número uno global por 77 años. Pero cuando comencé yo a trabajar en esta fascinante fuente de la industria automotriz, viví con tristeza su proceso de decadencia, que hoy la tiene hasta el quinto lugar global y llegó incluso a la humillación de perder el primer puesto en Estados Unidos, una corona que fue brevemente a la cabeza de Toyota, antes de volver a GM. ¿Qué pasó y qué pasará con la un día todo-poderosa General Motors?
El exceso es siempre peligroso, incluso cuando es exceso de éxito. GM vendía todo lo que era capaz de producir entre los años 50 y 80 del siglo pasado. La arrogancia que llegó en consecuencia hizo que descuidaran la calidad de sus productos, impulsados por ejecutivos solo preocupados en cortar costos y aumentar sus bonos. El mismo gobierno estadounidense tuvo su buena parte de culpa, ya que transfirió a la iniciativa privada gastos médicos y de jubilaciones, que más tarde se mostraron muy difíciles de administrar. Casi en silencio, los japoneses fueron conquistando mercado. Primero en autos chicos, cuyo margen de utilidad no parecía interesante a los locales. Pero luego mostraron ser productores de autos más fiables y conquistaron casi todos los segmentos.
Tocando fondo
El deseo de tener un Impala en mi infancia fue desvaneciéndose en la medida que veía y conducía autos de GM de finales de los 90 hasta hace pocos años. Varios de los autos menos afortunados que conduje en mi vida llevaban el corbatín de Chevrolet en su parrilla, o los logotipos de cualquiera de sus ocho marcas (hasta 2009 eran ocho). El Pontiac Sunfire era un ejemplo. Lento, ruidoso, tragón, se manejaba de manera torpe. El Hummer H3, principalmente el que usaba el motor de cinco cilindros, era un ejemplo de cómo no hacer un vehículo. A la fecha no le puedo encontrar una virtud además del diseño que era agradable para muchos. Ni qué decir del Aveo de hace dos generaciones, en mi opinión, el peor auto a la venta en México en su momento.
Pero poco a poco las cosas fueron cambiando para mejor. En Aveo pasado ya era un buen auto y el 2024 es aún mejor. La Suburban vuelve a ser un producto sólido y cómodo. Las pickups de nuevo tienen esa forma que nos hacen quererlas y, principalmente con el magnífico V8 de 6.2 litros, su manejo confirma sus virtudes estéticas. Y no es solo Chevrolet. Cuando conduje el crossover eléctrico Lyriq el año pasado, sentí que Cadillac finalmente regresaba a la magnificencia que un día tuvo.
En marzo pasado, en Las Vegas, sentado al lado de mi amigo Alberto Bortoni, veíamos los ejecutivos de GM México presentar nuevos productos: Aveo, Encore, Colorado, Canyon, Trax, Lyriq, Montana y otros. Desfilaban más rápidamente de lo que nuestras mentes eran capaces de procesar, pero lo que veíamos hizo que en un determinado momento, miráramos el uno al otro con una sonrisa de incredulidad y nos dijéramos: “¿Estos son los nuevos GM? Porque nos gustan”.
Ambos vivimos la decadencia de GM. Condujimos, decepcionados, coche tras coche hasta hace no muchos años y esa noche, en Las Vegas, nos sentamos a grabar nuestro podcast Hablando de Autos y nos descubrimos felices. General Motors está de regreso. La gran General Motors, la que un día fue capaz de hacernos soñar. Aún falta, claro, pero ellos nos dejaron en claro que ya saben cuál es el camino. ¡Enhorabuena!