En 2022, el mercado brasileño de autos fue de poco más de 1.9 millones de vehículos. Esto representó una caída de 1% vs el año anterior, pero aún así colocó al país sudamericano como el sexto mayor del mundo en consumo de automóviles, por debajo de China, Estados Unidos, India, Japón y Alemania, pero arriba del Reino Unido, Francia, Corea del Sur y Canadá, los 10 primeros del planeta. Más que a un excelente desempeño del mercado brasileño - que ya fue el cuarto mayor del mundo en 2010, con 3.9 millones de vehículos comercializados en su territorio, esto se debe a la caída de importantes mercados europeos como Francia y Reino Unido, que enfrentan no solo la escasez de productos de la que todo el mundo aún padece, sino también una inflación mayor que en otras regiones, en función de la invasión rusa a Ucrania. Pero es interesante saber que buena parte de ese mercado es surtido por productos hechos en México, que ha encontrado en el gigante sudamericano una buena alternativa para disminuir la dependencia crónica de lo que compre Estados Unidos, de la que aún sufre.
México es un país mucho más competitivo que Brasil, hablando de producir y exportar automóviles. Un estudio hecho por la brasileña Anfavea (Asociación Nacional de Fabricantes de Vehículos Automotores) muestra que, después de impuestos, un vehículo cuesta 44% más para ser hecho en Brasil comprado a uno producido en México. Habrá que tomar con cuidado es cálculo, puesto que ellos consideran el IVA mexicano, mas no el ISAN. Aún así, la diferencia es favorable a México donde cuesta 24% menos fabricar un vehículo, lo que ayuda a se tenga una gran ventaja cuando calculamos la producción y las exportaciones de México vs las brasileñas.
Esa menos competitividad ha hecho que Brasil perdiera producción de autos vehículos, como el Versa, cuya nueva generación solo se fabrica en México mientras el antiguo, ahora llamado V-Drive, es construido en ambos países. También perdieron los brasileños mercados a donde exportar. Por ejemplo el Virtus y la T-Cross, que antes venían de ese país, ahora llegan desde India, porque es una mejor ecuación de negocio para Volkswagen.
De aquí para allá
México manda muchos autos a Brasil. Los principales, en orden de cantidad, son la Ram 2500, Chevrolet Equinox (aún se hace para exportar), Audi Q5, Nissan Versa, Mercedes GLB, Ford Bronco Sport, Jetta, Sentra y Ram Promaster. En total fueron 19,020 unidades enviadas a Brasil y en ese aspecto, nuestra balanza comercial es desfavorable, ya que ellos nos mandaron el año pasado 86 mil vehículos, es decir, 18% de sus exportaciones tuvieron el suelo azteca como objetivo. Argentina es su principal mercado, con 29% del total. Hay que resaltar que los autos que mandamos allá son más caros que los que compramos. Brasil manda a México Fiat Mobi, Argo, Fastback, Jeep Renegade, Renault Kwid, Captur, Oroch y VW Saveiro.
En producción y exportaciones, la posición mexicana es mucho más favorable. En 2022 se produjeron en territorio mexicano 3.3 millones de vehículos, contra 2.37 millones fabricados en suelo brasileño. En exportaciones ellos mostraron nuevamente su menor competitividad y solo pudieron mandar 450 mil vehículos, mientras que México exportó cerca de 2.7 millones de unidades nuevas, entre vehículos de pasajeros y comerciales ligeros. Claro, la inmensa mayoría de esas exportaciones van a Estados Unidos, que aún se hace de más de 75% de los vehículos hechos en México. Sí, Don Porfirio Díaz diría que estamos lejos de Dios, pero en este caso hay que agradecer -y mucho- estar tan cerca de Estados Unidos.
No hay, como tal, una guerra entre Brasil y México en el mercado de automóviles. Lo que sí hay es una cooperación que funciona muy bien en ambos sentidos. Ese acuerdo se llama ACE 55 (Acuerdo de Cooperación Económica) y la última modificación, hecha en 2019, liberó completamente las cuotas, permitiendo ventas sin aranceles ni límites en ambos sentidos. Pero no siempre fue así y los brasileños ya han cambiado las reglas algunas veces, cuando perciben que el acuerdo los perjudica. En este momento recibimos muchos más autos de Brasil de los que enviamos y esto, aparentemente, los tienen contentos. Pero el día que alguien allá se de cuenta que la producción del Jetta está en México, al igual que la del nuevo Versa y del Sentra, entre otros, puede que decidan cerrar la llave de sus importaciones mexicanas. No sería la primera vez. Ojalá esté yo mal.