El año solía empezar a tambor batiente en la industria automotriz. En los primeros días de enero, cuando la temperatura llegaba hasta a menos 20 grados Celsius y el hielo con frecuencia formaba una capa sobre las aguas del río Detroit, que divide Estados de Canadá, el Cobo Hall ubicado justo en la orilla de ese río se preparaba para dos días de conferencias con los lanzamientos de los autos que manejaríamos en el futuro. Siempre empezaba el lunes a las 7 de la mañana y en sus años más recientes, con el evento de presentación del Auto del Año de Norteamérica. A partir de ahí a cada 15 minutos teníamos una conferencia, acompañada por más de cinco mil periodistas de todo el mundo (en ocasiones fuimos más de 11 mil) que hacíamos difícil caminar por los pasillos. Mucho más complicado era ver los autos en el momento que eran mostrados por primera vez. Pero esta semana las cosas fueron muy distintas y si por un lado es buena noticia ver de regreso a este salón luego de dos cancelaciones, por otro fue triste percibir que tal vez haya sido el último.
Por los pasillos de Detroit caminaron personajes de importancia global en la industria automotriz. Yo mismo fui testigo de una reunión informal entre Bob Lutz y Elon Musk. Pude entrevistar a Carlos Ghosn, a Sergio Marchionne y a Dieter Zetche. Vi caminar entre los autos a Luca de Montezemolo en su época al frente de Ferrari o a Ferdinand Piëch luego de lanzar el New Beetle, el auto que fue la estrella del salón en 1998, el primer año que asistí.
En los stands de Detroit vi a Chrysler usar a Slaba Snow Show para lanzar una nueva miniván. Vi a Pontiac hacer oídos sordos a las críticas y poner en el mercado el nada agraciado Aztek, solo para cambiar su diseño un año más tarde y matarlo cinco años después, mucho antes de que Breaking Bad lo transformara en un rarísimo vehículo de culto.
Detroit era “el” salón. No solo de Norteamérica, sino del mundo. En ningún otro se veían tantos lanzamientos importantes.
Hola, China
La decadencia del salón de Detroit tiene que ver con la caída de la gran mayoría de los salones de automóviles en el mundo, principalmente en el lado occidental. Con rentas de piso y montaje de stands cada vez más caras y un público mucho más inclinado a ver las cosas en su celular en lugar de desplazarse, los salones dejaron de ser rentables. Luego, la industria automotriz estadounidense perdió importancia global. GM, Ford y Chrysler ya no son las tres mayores del mundo desde hace rato y el salón de Detroit siempre dependió de su poder, ya que la ciudad y el estado de Michigan no son precisamente fuertes, principalmente si comparados a Los Ángeles o Nueva York, que deberán ser los eventos de coches más importantes en Estados Unidos. El mercado chino vende 24 millones de autos, contra poco más de 14 millones de nuestro vecino del norte. Entonces es apenas natural que los esfuerzos de la gran mayoría de las marcas se concentren en salones como Beijing, Shanghai, Malasia o Bangkok, que son los que más atraen público en el mundo. En el Viejo Continente, Ginebra era el que mantenía su fortaleza, incluso cuando Frankfurt dejó su espacio para Múnich -que nunca realmente despegó- y París tampoco pudo mantenerse saludable. Pero la pandemia enfermó al salón de Ginebra que canceló sus ediciones de 2021 y 2022 para regresar en noviembre de 2023 pero, en Doha, Qatar.
Sin un mercado local fuerte que lo haga atractivo para marcas, el salón de Detroit, que fue un marco para la revelación de automóviles durante más de 100 años, no debe sobrevivir más que como una feria regional. En la memoria quedarán los lanzamientos que atraían a multitudes y llenaban páginas de periódicos y revistas en todo el planeta. Autos que marcaron época como el PT Cruiser que encendió la moda retro o conceptos que muchos nos acordamos como los Cadillac Cien o el magnífico Sixteen, ya no deberán ver a sus equivalentes en el futuro en el ahora llamado Huntington Place, antes Cobo Hall. Sí, Detroit cambió de fecha para escapar del frío, como si ese fuera el motivo de su pérdida de relevancia. Para volver a sus años de gloria sería necesario que las una vez llamadas 3 Grandes regresaran a ser realmente eso: grandes.