Siempre empieza en Europa. Los políticos deciden qué combustible deben usar los autos y buena parte del mundo los sigue. Se hizo hace cerca de 25 años con el diésel que, decían, emitía menos gases de efecto invernadero puesto que los vehículos andaban más kilómetros con la misma cantidad de carburante. No les pareció importante que hubiera emisiones de partículas que llegaban directos a nuestros pulmones, porque supuestamente los filtros las capturaban, aunque en la práctica solo disminuían las que respirábamos. Así fue hasta que en 2015 se descubrió un software diseñado para detectar cuando un auto diésel estaba siendo sometido a una prueba de emisiones e inmediatamente bajaba la potencia que era enviada a las ruedas y consecuentemente, los gases al escape. Fue un escándalo global conocido como “dieselgate”. Desde entonces los aplaudidos autos diésel pasaron a ser villanos y nuevos héroes elevados al Olimpo, los eléctricos. El detalle es que los gobiernos ya piden a los dueños de autos eléctricos que no los carguen. ¿Y ahora? ¿Aún tienen futuro los eléctricos?
Todo es cuestionable y los autos eléctricos no son la excepción. Buena parte del mundo vive una crisis energética importante debido a sequías en unos lugares o la guerra entre Rusia y Ucrania en Europa, que disminuyó considerablemente la cantidad de gas natural que envían los rusos al Viejo Continente, por lo que los precios de la electricidad se dispararon. Como resultado vimos al estado de California, en Estados Unidos, pidiendo a los dueños de vehículos eléctricos que no los cargaran para el feriado del día del trabajo en el pasado mes de septiembre, porque esto podría elevar el consumo a un nivel que produciría un apagón. Vaya, justo en el estado que más incentiva el cambio a los eléctricos y que vio nacer a Tesla. En Alemania, el gigante europeo, también hay restricciones para cargar autos eléctricos en este momento en algunas zonas y horarios. Sin embargo, muchos dicen que estas situaciones no deben desincentivar el uso de autos con motores eléctricos en lugar de los de combustión y baterías en lugar de tanques de combustible. Entiendo los argumentos, pero hay muchas cosas que resolver antes de que sean válidos.
Gasolina para rato
El primer problema a resolverse es la hora de carga. La inmensa mayoría de los dueños de autos eléctricos comienzan a cargarlos cuando llegan del trabajo al final de la tarde y lo dejan cargando hasta la mañana siguiente. Pero es justo entre las 5 de la tarde y las 10 de la noche cuando más energía se consume, ya que la gente llega a prender las luces, la TV, usar el microondas, cargar sus celulares, etcétera. Es también la hora en la que los paneles de generación de energía solar dejan de funcionar y hay muchas ciudades que se abastecen en buena parte, de esa forma. En 2017, por ejemplo, 11.1% de la energía del estado de Nevada venía de plantas fotovoltaicas. Para evitar que los autos usen la red de electricidad en ese momento, hay que hacer que sean cargados durante el día y eso implica más cargadores en los lugares de trabajo, no en las casas.
La principal apuesta de los fabricantes en este momento está en la carga bi direccional, es decir, que permita que la energía de los autos funcione como centro de energía de las casas en las horas pico y con eso hacer que los consumidores paguen menos en sus cuentas de luz, ya que cargarían sus autos en el trabajo y usarían esa electricidad en sus casas. Ya quisiera ver el gobierno mexicano aceptando que la electricidad de nuestras casas venga de nuestros autos y no de CFE, si hoy cuando los que usan paneles y generan más energía de la que consumen no solo no reciben nada por esa energía excedente, sino que todavía tienen que pagar la tarifa mínima.
Sí, el momento es delicado para los autos eléctricos y lo que hemos visto es que en lugares donde el desarrollo de la infraestructura de carga es incipiente, aún en Europa como es el caso de España, éste debe ser repensado para el futuro. La carga desde las casas es importante, pero con cargadores inteligentes y bi direccionales. Y no hay que descartar los cargadores públicos. Para nosotros en países en desarrollo, la gasolina tiene más vida de lo que se piensa y para el primer mundo, también.