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Motor de arranque: Los juegos del poder en Volkswagen

¿Por qué razón fue que Herbert Diess dejó el puesto de CEO de VW?

Motor de arranque: Los juegos del poder en Volkswagen

La muerte de Ferdinand Piëch en 2019 representó no solo el adiós del más carismático líder de la marca germana en su historia, sino también hizo que más de uno pensara que el poder detrás del trono del grupo alemán podría disminuir su fuerza, pero no fue así. El 22 de julio pasado, Volkswagen cesó a Herbert Diess de su cargo de CEO (Jefe Ejecutivo) y pondrá en su lugar a Oliver Blume, el CEO de Porsche, quien a partir del 1 de septiembre próximo tendrá la responsabilidad de dirigir al mayor conglomerado europeo fabricante de automóviles y el segundo mayor del mundo, solo por debajo de Toyota. La decisión, como siempre en VW, fue tomada por las familias Porsche y Piëch, mostrando que conservan su fortaleza y mano dura. La pregunta es, por qué salió Diess y hacia dónde quiere dirigirse la marca en el futuro.

Obviamente la primera pregunta es mucho más fácil de contestar y es un reflejo de nuestros tiempos. Diess fue sacado de su puesto debido a un problema de software, pero no uno de los que se pueden arreglar con una actualización de sistema.

Herbert Diess llegó al mando del Grupo VW con la misión de implementar la electrificación de la empresa, luego de que su antecesor Mathias Muller se hubiera encargado de limpiar la imagen del grupo luego del escándalo del dieselgate en septiembre de 2015, cuando Martin Winterkorn aún era el jefe. Pero Diess no pudo lograr realmente hacer su tarea. No en la velocidad que le fue requerida. Esto se debió a CARIAD, la unidad encargada del desarrollo de software del grupo, que no pudo acelerar el paso lo suficiente. Diess ya había sido avisado que no había mucho espacio para más errores. En diciembre pasado se le quitaron varias responsabilidades operativas y lo encargaron de temas estratégicos además, claro, de CARIAD. Pero las cosas no se resolvieron, ni siquiera parecieron haber estado cerca de ello.

El nuevo pragmatismo

La dificultad de desarrollar el software para los nuevos autos eléctricos que requiere el grupo retrasó el lanzamiento de varios vehículos de Porsche, Audi y Bentley, entre ellos la Macan eléctrica. Obviamente son retrasos que cuestan mucho dinero, pero Diess pudo haber comprado tiempo de no haberse transformado en un persona muy poco querida en la empresa por su forma arrogante de liderarla y sus frecuentes enfrentamientos con los sindicatos. Una de las actitudes que más le criticaron los sindicalistas fueron los constantes elogios hacia Tesla, el más reciente el 1 de julio pasado, cuando dijo que “Tesla camina al doble de velocidad que el resto de la industria”, hablando de la integración de software. Los sindicatos sabían que el verdadero mensaje detrás de las palabras de Diess era que necesitaban cortar puestos de trabajo y ser más eficientes. La amenaza era de nada menos que 30 mil puestos menos.

Con Oliver Blume al mando, el grupo será dirigido por alguien mucho menos egocéntrico, más enfocado en hacer sinergias con su equipo y probablemente esta haya sido de las principales, sino la principal razón de su promoción. Sin embargo, Blume no es tan revolucionario ni tan radical sobre la electrificación como su antecesor y esto puede ser bueno al poner las cosas más en perspectiva y entender que los autos de combustión aún pagan las cuentas, pero no garantizan que el trabajo inconcluso de Diess logre finalmente dejar los resultados que causaron su salida. No es todo, Blume tampoco ha tenido una relación muy tranquila con los sindicatos, lo que puede ser una piedra en el zapato en el camino de VW. Por último, pero no menos importante, Oliver Blume, quien entró en el grupo en 1994, mantendrá su puesto al frente de Porsche y esto preocupa a algunos accionistas, quienes opinan que la marca deportiva debe tener un líder exclusivo para no perder su enfoque.

Volkswagen parece estar viviendo un momento de estrés post traumático. Después del “dieselgate” de 2015, cuando se descubrió que sus autos diésel “engañaban” las pruebas de emisiones, lo que les costó 30 mil millones de dólares solo en multas, ya no parece luchar para convencer al público que es “limpia” y “verde” con sus autos eléctricos, pero sí buscar un camino más pragmático y realista, para el cual al conciliador Blume puede ser la respuesta. Ojalá. Un Volkswagen AG saludable es bueno para todos, hasta para la competencia, pero principalmente para el público.

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