La subida fuerte del precio de los autos en los últimos años puede ser explicada por varios motivos: la mayor cantidad de equipo por exigencia del consumidor y de las autoridades, la escasez generada por la falta de partes desde el inicio de la pandemia y la demanda mucho mayor de lo esperado desde la retomada de la producción, entre mayo y junio de 2020. Pero ahora hay un motivo más para que los precios se disparen: la invasión de Rusia a Ucrania. La guerra en el este europeo produce ya efectos inflacionarios al alrededor del mundo con el aumento de los precios del petróleo, que fueron de poco más de 90 dólares por barril a poco más de 100 de forma inmediata. Y los especialistas estiman que esos precios deberían llegar a 125 dólares si el conflicto no se resuelve pronto. Obviamente el encarecimiento de los precios del transporte afecta toda la cadena productiva y produce subida de precios generalizada, no solo de los autos, lo que hace que muchos consumidores que pensaban comprar un coche aplacen de manera indefinida esa decisión, incluso si sube el inventario actual. JD Powers estima que el conflicto producirá 400 mil ventas menos a escala global debido a esto.
Otro problema es el cierre de fábricas en Europa debido al conflicto, lo que retrasará el regreso a la normalidad de la producción. Toyota; Mercedes-Benz y Hyundai disminuyeron considerablemente su producción en Rusia, mientras que BMW, Porsche, Ford y Renault ya cerraron las suyas.
Y el problema no es solo el cierre de plantas, sino la falta o el precio de algunas materias primas con las que se construyen los autos. Una de ellas es el aluminio y Rusia es el mayor productor mundial de ese metal, usado de forma abundante en la fabricación de los coches hoy en día. El metal subió casi 6% apenas empezada la guerra, para alcanzar los precios más elevados en los 10 años más recientes.
Ucrania es también fuente muy importante de gases que son necesarios para la producción de autos y de microprocesadores. Xenon, criptón y, principalmente el neón, son gases que ese país exporta a casi todo el mundo. De hecho, es responsable por 70% de la producción mundial de gas neón. Rusia, además, produce 40% del paladio global, utilizado en la fabricación de los convertidores catalíticos de los automóviles.
Petróleo al alza
El principal costo de la guerra, sin embargo, es el del petróleo, cuyo aumento presiona hacia arriba la inflación global de una forma generalizada y frena el apetito de los consumidores, que al ver su poder adquisitivo disminuir, casi siempre pospone la compra de un auto nuevo.
Otro punto muy importante es que incluso cuando Rusia mantenga su producción de materiales, como el aluminio, por ejemplo, las sanciones impuestas por Estados Unidos y varios otros países ante los productos rusos, además de la expulsión de muchos bancos rusos del sistema internacional Swift, agudizará la crisis de autopartes, de por sí ya muy grave.
La situación es delicada para varias marcas y proveedores de la industria automotriz, ya que hay 49 fábricas de autos y de proveedores en ambos países. Volkswagen, por ejemplo, frenó al menos de forma temporal su planta de Zwickau, en Alemania (donde produce el eléctrico ID-4), debido a la dependencia de varios proveedores, principalmente de Ucrania.
Pero hay marcas mucho más afectadas. Una de ellas es Renault, ya que 8% de la utilidad global de la marca viene de Rusia, donde cerró sus plantas del 28 de febrero al 5 de marzo, sin citar que esto haya sido consecuencia de la guerra. Ningún grupo, empero, sufre en este momento más que los coreanos de Hyundai y Kia. Sumadas, las marcas detienen 22.6% del mercado ruso de automóviles. Entre ambas fabrican más de 230 mil vehículos cada año en ese país y son ávidos importadores de neón, criptón y xenón ucranianos, por lo que el impacto de la guerra en ese grupo puede ser mucho más fuerte si el conflicto dura mucho y si la destrucción consecuente alcanza puntos estratégicos.
El hecho es que si ninguna guerra es buena noticia desde el punto de vista humanitario, esta que ahora vemos extenderá sus daños a la economía global y a la fabricación de automóviles, computadoras, tabletas y celulares que estás seguramente usando para leer esto, porque estos serán aún más difíciles de conseguir y consecuentemente, también serán significativamente más caros de lo que son ahora.