Hay gente que parece pensar que la vida se resume en blanco o negro, izquierda o derecha, arriba o abajo. Pero cuando se abre un poco la mente aparecen cosas que hacen del mundo un lugar mucho más interesante donde vivir. Muy pocos saben que existen nada menos que 52 distintas tonalidades de blanco, algo que los esquimales entienden perfectamente bien. Los mexicanos, al menos según la Universidad Nacional Autónoma de México, UNAM, saben muy bien que existen 250 especies de chile. Pero cuando se trata de autos, parece que solo aceptan la idea de que hay generalistas o premium y absolutamente nada entre uno y otro. Mejor ni mencionamos el caso de la política. Es más fácil entender las cosas de esa manera: sí o no, eres o no eres, pero es también aburrido y mucho menos interesante. En esa zona de grises siempre vivieron marcas de autos, aunque muchos se resistan a aceptarlo incluso definan como difícil de entender el posicionamiento en ese espacio.
En 1885, el estadounidense Ramson Eli Olds fundó su propia marca de automóviles: Olds Motor Vehicle Company, en Lansing, Michigan, cuyos vehículos eran a principio conocidos como Olds Automobiles y luego Oldsmobile. Muchos atribuyen a Olds y no a Henry Ford el inicio de la producción en línea de los coches. Comprada por General Motors en 1907, la empresa que cerró en 2004 siempre vendió autos que estaban un escalón arriba de Chevrolet en lujo, potencia y/o equipo, aunque no llegaba al nivel de Cadillac. No muy lejos de ahí, en Dearborn, Edsel Ford fundó en 1938 a Mercury, con la intención de que fuera una marca de entrada al segmento de lujo, es decir, entre Ford y Lincoln. La italiana Lancia ha vivido las últimas décadas en ese limbo automotor, menos por sus propia historia o ganas, sino porque nadie sabía qué hacer con ella, aunque Carlos Tavares, el CEO de Stellantis, parece que ya sabe.
Arriba y abajo
Así como hay marcas entre las generalistas y las de lujo, hay otras que están ubicadas, digamos, por debajo de las generalistas, como Datsun para Nissan y, mucho más antigua y exitosa, Daihatsu para Toyota, de donde nos llega la Avanza.
Esa riqueza de posibilidades se amplía cada vez más con marcas que van cambiando su posición en el mercado o divisiones que van despegándose de sus marcas de origen y terminan creando una “familia” particular u otra marca. De la popular pero atrevida Citroën salió la lujosa DS. De la juvenil SEAT nació la deportiva CUPRA. Del sedán más lujoso de la generalista Hyundai se desprendió la premium Genesis.
Ford, además de fortalecer a Lincoln, transformó a Mustang en una familia al crear el crossover eléctrico Mach-e, pero también revivió con tal éxito a Bronco, que hoy se rumora incluso crear distribuidores exclusivos de la familia nombrada como el SUV que OJ Simpson hizo famoso y que estaba enterrada en el panteón de los autos desde entonces. Ford también quiere subir su nivel y transformarse en una alternativa a los premium.
Subaru, por ejemplo, con sus soluciones de ingeniería poco comunes como los motores bóxer, la tracción integral simétrica o las cámaras que conforman el sistema de seguridad EyeSight, también vive en ese espacio tan especial, justo debajo de los premium, pero definitivamente arriba de la mayoría de sus rivales.
Pese a toda esa historia y los ejemplos pasados y presentes, hay a quienes aún les es difícil digerir que marcas como Peugeot o Mazda se esfuercen por ponerse en el lugar que un día tuvieron Mercury y Oldsmobile, arriba de los mortales pero abajo del Olimpo de los premium. Seguramente son personas que dividen el mundo en blanco y negro, sin reconocer la riqueza de los grises que van mucho más allá de las 50 tonalidades que inspiraron el título de una cuestionable película erótica y llegan a nada menos que 254 tonos.
En nuestra vida llena de colores, las posibilidades son infinitas. Hay quienes disfruten autos rápidos, otros prefieren los cómodos, otros más se inclinan por los más altos y hay los que buscan el mayor vehículo que puedan comprar, sea o no para compensar algún problema de tamaño con el que tengan que convivir. Pero hasta para los amantes de los vinos no solo hay quienes los prefieran tintos o blancos, también hay los que disfrutan mejor un buen rosado. ¡Salud!