Es un hecho que a medida que los autos eléctricos se vuelven mayoría en el mundo, la mayoría de las emisiones contaminantes generadas por la industria automovilística provendrá de la producción de sus materiales.
Según un estudio creado por la consultora McKinsey & Company, actualmente, entre un 65 por ciento y un 80 por ciento de las emisiones de CO2 que genera un automóvil proviene de la combustión de la gasolina o diesel, mientras que entre el 18 por ciento y un 22 por ciento proviene de la producción de sus materiales.
No obstante, una vez que los autos eléctricos acaparen las ventas, la industria del automóvil deberá centrarse en reducir las emisiones contaminantes al momento de producir los elementos necesarios para ensamblar los vehículos, si es que se busca lograr la máxima protección del medio ambiente.
¿Cómo lograr una mayor eficiencia?
Para lograr esto, McKinsey & Company indica que se deben desarrollar estrategias que permitan la descarbonización total del transporte a largo plazo. Si bien esto es futuro, las compañías deben comenzar con esta transformación desde ahora.
Asimismo, la consultora ha analizado el potencial de reducción de carbono, así como los costos que esto supondría para las empresas. Según el estudio, casi 30 por ciento de las emisiones de los materiales de un vehículo de combustión podría reducirse de forma rentable para 2030.
En sí, la mayoría de estos ahorros implican la electrificación de los procesos de producción existentes, el uso de fuentes de energía bajas en carbono, la adopción y la ampliación de nuevas tecnologías que reducen las emisiones, así como el uso de materiales reciclados.
Tan solo el mayor uso del aluminio reciclado, las nuevas tecnologías de fundición y la electricidad por medio de celdas solares pueden reducir las emisiones de la producción de aluminio en aproximadamente un 73 por ciento en comparación con sus niveles actuales, al mismo tiempo, se reducen los costes de producción.
En el caso del uso de plásticos reciclados, fundamentalmente las partes que no son visibles a simple vista en los automóviles, podría suponer un ahorro de costos y una reducción de las emisiones de alrededor del 35 por ciento.
McKinsey & Company también ha mencionado que, a pesar de que una reducción de las emisiones supondría un mayor costo, a largo plazo podría ser más económico para las empresas.