De vez en cuando las redes sociales se ocupan con la foto de un auto chocado, casi siempre con la apariencia de que el percance fue grave, junto con la pregunta indignada de quien vivió el traumático suceso: “¿Por qué no se abrieron las bolsas de aire del auto en el choque?”. Es una duda más que válida, principalmente porque es consecuencia del raciocinio de alguien que sintió que pudo haber tenido un accidente que amenazó su integridad física, que incluso pudo ser fatal.
Pero la realidad es que en la mayoría de los casos el que cuestiona la eficiencia del sistema de protección salió bien librado físicamente, probablemente con heridas si no menores, al menos no graves. Con mucha frecuencia si las bolsas de aire se hubieran abierto en esos casos, hubieran podido causar más daño que el que sufrieron los pasajeros involucrados. Me explico.
Las bolsas de aire son extremadamente importantes para salvaguardar la integridad física de los ocupantes de un vehículo. En algunas pruebas de choque hechas por instituciones encargadas de evaluar la seguridad de los coches, vemos autos sin bolsas de aire recibir 1 estrella de calificación y con solo 2 bolsas de aire frontales merecer 3 estrellas.
Pero no hay que olvidar que son el último recurso de protección y que no funcionan si los cinturones de seguridad no están abrochados. Son parte del sistema de seguridad pasiva de un vehículo, el que intenta disminuir las probabilidades de lesiones graves o muerte en caso de accidentes.
Cuando los sistemas activos, como los frenos ABS, las alertas de cambio de carril o el control de estabilidad no fueron suficientes para evitar el percance, el primer factor de protección es la estructura del vehículo, el segundo los cinturones y el tercero y último, las bolsas de aire, de las cuales es interesante entender un poco su funcionamiento para saber por qué no deben abrirse con cualquier choque.
Cuando las bolsas son un peligro
Para ser efectivas, las bolsas de aire deben inflarse tan rápidamente que eviten que nuestro cuerpo golpee el volante o alguna otra parte del auto. Poniéndolo en números esto quiere decir entre 15 y 30 milésimas de segundo. Para lograrlo es necesaria una fuerza de expansión que hace que la bolsa se infle a más de 250 km/h. Para que sea resistente lo suficiente para aguantar ese impacto y el golpe entre, digamos, nuestra cabeza y el volante, es necesario que sea construida de un material resistente y nada suave, aunque muchos piensan que debe ser similar a una guerra de almohadas con los amigos. Por ello, el golpe de una bolsa de aire contra nuestro cuerpo no puede ser tomado a la ligera, es un impacto muy fuerte que solo debe ocurrir para evitar un golpe que sería aún mayor.
De hecho, la velocidad de apertura y desinflado de la bolsa se hace para que al momento que nuestro cuerpo está golpeando la bolsa, ésta ya se encuentre en proceso de desinflarse, para disminuir el impacto.
Para eso las computadoras del auto calculan la desaceleración que indica un choque y la fuerza y el ángulo de ese golpe, entonces determinan si el incidente pudiera o no amenazar la integridad física de los ocupantes antes de mandar la orden, en forma de una chispa, que enciende los explosivos que detonan las bolsas de aire. Si el choque fue menor que los parámetros determinados, abrir las bolsas podría implicar un innecesario golpe que haría más daño, como quemaduras, por ejemplo, que los pasajeros hubieran tenido si éstas no se hubieran abierto.
Las posibles fallas
¿Es posible que las bolsas no se inflen por una falla del auto? Sí es posible, aunque muy poco probable. Cuando se determina un caso como ese se hacen investigaciones en todo el mundo. Takata, una empresa japonesa y el mayor productor de bolsas de aire del mundo, tuvo un serio problema, detectado en 2015, que hacía que el ducto metálico que contenía el explosivo que detonaba la apertura de las bolsas que fabricó entre 2002 y 2018, explotara involuntariamente y lanzara esquirlas en el rostro de los ocupantes. 15 personas murieron en todo el mundo debido a ello y la compañía fue obligada a reponer más de 56 millones de bolsas de aire.
Cuando las bolsas que fueron repuestas por un accidente anterior e instaladas de manera inadecuada, también pueden ser una causa de mal funcionamiento. Insisto que son muy raros los casos en que las bolsas debieron haberse abierto y no lo hicieron.
Casi siempre la pregunta sobre si en nuestro caso se debió o no abrir se contesta con otra pregunta: ¿Los ocupantes están vivos? Si la respuesta es sí, significa que los sistemas de seguridad del auto cumplieron su función. También es probable que en ese mismo caso, haber abierto nos hubiera generado peores consecuencias.
Sólo como dato adicional, el Departamento de Transporte de Estados Unidos calcula que entre 1987 y 2012, las bolsas de aire frontales han salvado cerca de 37 mil personas en el vecino del norte.
Sí, las bolsas de aire son nuestra amigas, pero no por eso debemos verlas siempre, de hecho mejor dejemos que ellas determinen cuándo presentarse, porque sin duda será cuando más lo necesitemos.