El italiano Luca di Meo aún era Jefe Ejecutivo de Seat en septiembre de 2019, cuando le pregunté si tenía pensado hacer algún deportivo clásico como un cupé o un roadster para la marca CUPRA. Su respuesta fue que ese era el concepto de deportivo de gente de su generación (y de la mía) pero que ahora los jóvenes tenían otra visión del tema, que los deportivos de mañana son crossovers. Puede ser, pero aún hay mucha gente que prefiere lo tradicional y Di Meo pronto estará al frente de una marca que lo ha demostrado.
Porsche es un ejemplo de la convivencia entre ambas cosas, pero también de la transición hacia esa modernidad dominada por camionetas. Antes de la Cayenne, la marca vivía probablemente su momento histórico más complicado. Fue su primer crossover el que la salvó y la sigue manteniendo con altas ventas, que fueron más que reforzadas por su segunda camioneta, la Macan, que hoy es el vehículo de mayor venta de Porsche. En 2018 entre ambas se llevaron más de 70% de las ventas de la marca. Pero los posters en las paredes de los amantes de los autos, o los protectores de pantallas de sus celulares, aún son ocupados por el mítico 911, responsable por cerca de 15% de las ventas de Porsche pero que mantiene su puesto como el mayor constructor de imagen de la marca germana.
Lo mismo pasa con Jaguar, cuyas ventas se centran en F-Pace y en e-Pace, dos crossovers de gasolina y eléctrico, respectivamente, pero la gente es más atraída por su pequeño y sexy roadster, el F-Type.
Una simple carnada
¿A esto estarán reducidos los deportivos tradicionales, a imanes de ventas para las mayores y menos racionales camionetas? Puede ser, pero hay al menos una marca que apostó a un deportivo tradicional y no le fue muy mal que digamos. Esa marca es Alpine, que nació desprendiéndose de Renault y buscando revivir su gloria de los años 60 del siglo pasado. Renació, sería mejor dicho. Y lo hizo con un pequeño cupé.
El A110 es la definición misma de deportivo. Ligero, con tracción trasera, no necesita más que un motor de 252 HP - que puede llegar a 292 HP en la versión más “picante”- para deleitar a sus compradores. Y son muchos los que ya han puesto un A110 en sus cocheras. En Europa, su único mercado a la fecha, logró ventas en 2019 que superaron a las de su mayor rival, y vaya que es un magnífico enemigo: el Porche Cayman, que cuesta lo mismo que el francés. Y eso que el Alpine no tiene el prestigio del alemán, pero cuenta con una historia previa que alimenta la nostalgia de su principal mercado: Francia. 2020 no será un buen año para Alpine, claro.
No solo por el coronavirus que atacó a la economía global, sino también porque es una marca de un solo coche, que probablemente reciba pronto una versión convertible, rival del Boxster. A Alpine le hace falta su Cayenne y su Macan.
Lo bueno es que a partir del 1 de julio próximo, será justo Luca di Meo quien estará al frente de Renault -y de Alpine en consecuencia- y él, ya lo sabemos, opina que el deportivo del futuro es un crossover.
Hay algo de triste en esto, sin duda. Simplemente porque no hay substituto para el bajo centro de gravedad. Cuando manejamos una estupenda Macan turbo, pensamos que es imposible que algo se maneje mejor, hasta que nos subimos a un 911. Porque no es lo mismo una Urus que un Aventador. No es igual una GLE 63 AMG que un AMG GT, como tampoco una X5 M se maneja igual que un M3. La altura sí importa y en un deportivo, mientras menor, mejor. Pero por como andan las cosas, queda la duda: ¿A esto estarán reducidos los deportivos tradicionales, a imanes de ventas para las mayores y menos racionales camionetas? Mientras sea así, al menos tendrán un motivo para justificar su existencia, el problema será cuando ya no sea necesario ni siquiera para eso. Entonces sí, los entusiastas estaremos de luto.