Si eres un entusiasta del deporte motor, te habrás dado cuenta que existen algunos colores que son altamente icónicos en el mundo de la competición, ya que a lo largo de la historia pudieron haber sido usados para representar a un fabricante o incluso a un país entero.
Como recordarás, prácticamente las carreras son tan viejas como los autos en sí. Por ello, desde que se organizaron las primeras y primitivas competencias a comienzos del siglo XX, se buscaba diferenciarse entre sí y demostrar cual nación era la que tenía los mejores autos o pilotos.
El caso más claro llega con la Gordon Bennett Cup, organizada por el multimillonario estadounidense James Gordon Bennett entre 1900-1905, la cual consistía en una carrera disputada entre diferentes equipos provenientes de varios países. Por ello, a sugerencia del conde Eliot Zborowski, se optó que cada participante nacional se le asignara un color diferente.
Los primeros países en elegir su tono representativo fueron Alemania (Blanco), Francia (Azul), Italia (Rojo) e Inglaterra (Verde). Su éxito fue tal, que siguieron usándose por varios años más, no obstante, fue durante el periodo de entreguerras que el Automobile Club de France, que a lo postre se convertiría en la FIA, quien no sólo reguló y dio forma a las carreras de autos, sino de paso también oficializó el uso de los colores por nacionalidades.
Fue ahí, que la paleta de colores y participantes de amplió de manera dramática. Países que al inicio no fueron considerados, adoptaron su propia librea oficial. Un buen ejemplo lo tenemos en Japón, que adoptó el color blanco con un círculo rojo en las puertas. Por cierto, fue durante el GP de México de 1965, donde esta combinación vio la bandera a cuadros por vez primera.
Ahora bien, ya sabemos que Italia tiene el “Rosso Corsa”, Francia el “Bleu de France”, Reino Unido el “British racing green” o Estados Unidos las “American racing stripes”, pero ¿México tiene un color de competición?
Tal vez, tu primera respuesta sería, no, por el simple hecho de que no hemos tenido muchos fabricantes de autos a lo largo de nuestra historia, pero en realidad te sorprendería saber que México si entró en la repartición, siendo la carrocería en dorado con decoraciones en azul en el cofre y letras rojas sobre blanco en las puertas, nuestra decoración oficial.
Tal vez, esta historia no sea muy conocida, porque en realidad, han sido muy pocos aquellos pilotos quienes las han usado en sus autos, siendo Moisés Solana y el McLaren M6B #99 1968 con el que disputó el United States Road Racing Championship (USRRC) con el equipo Aztec Racing, quien adoptó esta decoración de manera más fidedigna.
Otro ejemplo lo tenemos en Héctor Rebaque, que además de ser piloto fue la cabeza del Team Rebaque que compitió en la Fórmula 1 entre 1978 y 1979 (hasta la fecha la única escudería mexicana), siendo célebre por construir el HR100, su propio monoplaza, cuya librea, aunque mantenía muchos detalles en dorado, estaba dominada por el color café y por los patrocinios de Carta Blanca y Marlboro, así como por la bandera de México en la punta del automóvil.
Por qué se decidió que el dorado fuera el color oficial de México, se mantiene como un misterio. Probablemente, se trate de una alusión a la riqueza de los pueblos antiguos de nuestro país, pero hasta el momento no existe una versión oficial. Como sea, hay que admitir que el oro, tiene una mística peculiar y da un toque de distinción extra.
Si crees que lo mejor es que se hubiera optado por el tricolor de la bandera nacional, deberías saber que, en el pasado, el mexicano Freddy Van Beuren se hizo célebre por llevar el verde, blanco y rojo en sus automóviles. Mismo caso para Adrián fernandez, que portó con orgullo estos colores en CART e IndyCar.
Por cierto, la llegada de los patrocinios al mundo de la competición en la década de 1970 prácticamente significó el desuso de los colores de competición, pero aún así, hoy siguen usándose de forma no oficial o por cuestiones netamente románticas. Incluso, hay equipos como Ferrari o Mercedes-Benz, que se las han arreglado para combinar su tono clásico con los anunciantes.