A diferencia de hace algunos años, los automóviles nuevos cuentan con sistemas de seguridad activa y pasiva que incrementan la seguridad de los ocupantes, sin embargo, durante la conducción, los automovilistas son los encargados de reaccionar oportunamente ante cualquier imprevisto.
Y es que por más precavido que sea el conductor, siempre existirán situaciones inesperadas que harán que reaccione para evitar un accidente, ya sea un vehículo, un peatón, un ciclista, un animal o algún objeto que esté en la trayectoria.
Ante esta situación, los fabricantes priorizan que el vehículo tenga el comportamiento más seguro ante cualquier eventual riesgo de accidente o atropello. Para determinar el nivel de efectividad de un automóvil cuando se trata de esquivar un obstáculo en el camino fue desarrollada la famosa prueba del alce.
En los ensayos de accidentes, esta maniobra simula una de las muchas situaciones de riesgo de accidente que se pueden dar al volante. Es compleja de realizar y debe su particular apodo a Suecia, país en el que es habitual que se cruce un alce en mitad del camino, por lo que es necesario hacer una maniobra brusca para esquivarlo.
La prueba se realiza a 70 km/h en un pavimento deslizante (equivalente a 90 km/hora en asfalto normal) con tres pasillos de conos a una distancia determinada. De esta forma se simula a la perfección dos obstáculos en el camino y que, por tiempo, no permiten frenar, por lo que se debe realizar un giro a la izquierda e inmediatamente otro a la derecha.
Cuando aparece un obstáculo en la trayectoria, lo lógico es que la respuesta sea una maniobra de esquivar, girando el volante hacia la izquierda para evitar el mismo y, acto seguido, contravolanteando hacia la derecha para volver a la trayectoria ideal y con ello evitar salir del camino o impactar contra otro obstáculo. Aunque esto que parece tan sencillo en la teoría, en la practica hay que ser sumamente delicados y cuidados con el volante y pedales.
Reaccionar ante un obstáculo carretera
En este sentido, es muy importante respetar los límites de velocidad, mantener fija la mirada en la carretera y actuar con suavidad con el volante. Lo que normalmente realiza el conductor cuando se pone nervioso ante esta situación es girar demasiado la dirección, lo que hace perder adherencia, empeorando la respuesta del vehículo.
Para realizar la maniobra de forma exitosa y segura, los giros con el volante deben ser controlados, a fin de no perder tracción y mejorar la respuesta del control de estabilidad. Al mismo tiempo, no es necesario pisar el freno para nada, solo ajustar la dirección suavemente, y el auto frenará solo. Es importante también no hacer caso al sonido, pues se trata del control de estabilidad actuando.
Por último, hay que recordar siempre que el control de estabilidad es eficaz para el conductor prudente, pero a velocidades muy elevadas la respuesta de él no es la misma, aumentando el riesgo de una colisión.