Tomar clases para mejorar tus habilidades de manejo es algo que todo motociclista debería hacer al menos una vez en la vida. El equipo de Motorette tuvo la oportunidad de hacerlo y, además, al mando de cuatro diferentes motocicletas, lo que llevó la curva de aprendizaje a un nuevo nivel y fue algo así como tomar cuatro cursos en uno.
Hace unos meses surgió la propuesta de tomar un curso de manejo para mejorar nuestras habilidades sobre la moto, algo que me pareció fenomenal, pues no importa cuánto tiempo tenga uno rodando, siempre hay algo nuevo por aprender. Todo comenzó como muchas rodadas, un sábado muy temprano, cuando a bordo de cuatro motos -Suzuki V-Strom 250, Royal Enfield Himalayan, BMW R nineT Urban G/S e Indian Chieftain- y un coche -donde iban quienes tomarían el curso de principiantes-, nos enfilamos hacia las instalaciones de Moto Explore México, muy cerca de Yecapixtla, Morelos.
Para ponerle un poco de onda, decidimos hacer una ruta circular, es decir, nos fuimos por la salida a Puebla y regresamos por la carretera a Cuernavaca. Una vez que libramos la montaña rusa/ratón loco que es la Calz. Zaragoza, el trayecto fue más que agradable, pues no había mucho tráfico en la carretera, lo que nos permitió exigirles un poco a las motos (130 km/h máximo). Yo me llevé la V-Strom y el viaje fue una delicia, la moto es súper fácil de manejar, el parabrisas hace muy bien su trabajo y consume poca gasolina; eso sí, como es muy ligera, se siente medio gacho cuando el viento te empuja, pero nada de qué preocuparse.
A clases
Llegamos a las instalaciones del Centro de Instrucción Motociclista de Moto Explore alrededor de las 10 de la mañana y, tras una breve plática introductoria de Armando Palomino quien sería nuestro “profe” por ese fin de semana comenzó la acción. Aquí el grupo se dividió en dos, unos fueron a tomar el curso de principiantes y otros nos fuimos al Urban & Off Road Assault, pensado para mejorar las habilidades dentro y fuera del asfalto. Lo primero que aprendimos fue la manera correcta de levantar la moto, pues no era improbable que alguno se cayera a lo largo del día (afortunadamente, nadie azotó). Luego hicimos el ejercicio “carrera lenta” en el cual se trabaja el equilibrio y control de la moto; gana el último en recorrer unos 10 metros sin salirse del carril ni bajar los pies arrancando de cero. ¡Es mucho más difícil de lo que se lee!
Como queríamos aprovechar al máximo, le añadimos un toque de complicación extra, pues nos turnamos las motos durante los distintos ejercicios para ver cómo se comportaba cada una. Y vaya que notamos diferencias en el ejercicio de derrape trasero, en el cual aceleras a unos 35-40 km/h y luego frenas a fondo con la llanta de atrás. Aquí la V-Strom fue la que más se me alebrestó, quizá porque las llantas que trae son más para ciudad que para terracería; la Himalayan resultó fácil de controlar, pues las llantas tienen más agarre y la BMW ni les cuento, pues tiene unas con tacos gigantes que se agarran como político al hueso y un bajo centro de gravedad que ayuda a controlarla fácilmente.
Despacito
Así, seguimos con diferentes ejercicios, como subir y bajar vados, pero donde salió a relucir que siempre hay mucho que aprender fue en las compuertas, un pequeño circuito angosto y con vueltas muy cerradas donde sale a relucir qué tan depurada está nuestra técnica de manejo. Esto lo hicimos sobre cemento y sobre tierra, siendo la primera la más complicada -para mi sorpresa-; de hecho solo una vez en algo así como 15 intentos pude hacer el circuito sin bajar los pies (a bordo de la V-Strom, por cierto). En esta prueba la BMW sufrió bastante porque el radio de giro es muy amplio y las curvas cerradas le costaban mucho trabajo. Aquí también pude notar que el clutch de la be-eme era considerablemente más duro que el de la Himalayan y la V-Strom, por lo que “luchar” con él después de un rato era cansado (la Suzuki va tan despacio que no había que tocar el clutch y el de la Himalayan no cansa).
Las motos rodaban despacio, pero el día se nos iba como agua con tantas cosas que aprendíamos y la cantidad de maniobras que había que hacer. Después de pasar un rato probando cómo se portaban las motos sobre grava y arena, llegó la hora de aprender la correcta posición para atacar montículos de diferentes tamaños, otro momento en que las diferencias entre las motos se hicieron patentes. Aquí la Himalayan reinó por tener la mayor altura libre al piso y el recorrido de sus suspensiones, seguida de la V-Strom -que pegaba si atacabas muy rápido- y por último la R Nine T que, a pesar de llevar llantas con tacos, claramente es una moto para asfalto, pues tiene poca altura libre al piso y el recorrido de la suspensión es más corto. Eso sí, a la hora de regresar a casa por la autopista, la BMW se sintió como pez en el agua y me sacó una sonrisa de oreja a oreja con el adictivo sonido de los escapes y el torque siempre disponible. Eso sí, me hubiera gustado probarla con las llantas de calle, pero no se puede todo en esta vida y así hay pretexto para pedirla nuevamente.
Uno de los últimos ejercicios fue atacar una serie de durmientes, en el cual aprendes a controlar la moto a pesar de que vaya rebotando como caballo salvaje; al cual le seguía trazar una curva medianamente cerrada donde tenías que cambiar a un manejo fino. La diferencia entre ambos momentos no podía ser más grande. En estas pruebas tanto la Himalayan como la V-Strom se portaron bien gracias al recorrido de las suspensiones y a que su menor peso hacía más fácil controlarlas; la BMW, a pesar de tener un centro de gravedad más bajo, resultó más complicada de “domar”, pero gracias a los consejos de Armando pudimos salvar los obstáculos sin ningún percance.
No, no se me ha olvidado la Indian Chieftain, solo que con esta moto hecha para la carretera los ejercicios fueron un poco distintos, aunque les comento que si nos aventuramos a realizar la frenada en tierra y el peso y tamaño de neumáticos la hicieron sorpresivamente controlable. Pero el verdadero reto llegó con el slalom y circuito lento, ya que el cuerpo tenía que contrarrestar el peso en cada curva, parecía complicado, y bueno, si lo fue, pero sin duda fue la parte que nos enseñó a tener mayor sensibilidad sobre la moto y de paso demostró que en estas motos también puedes aprender nuevas habilidades que te harán reaccionar bien en un momento de pánico, que era una de las finalidades de los ejercicios.
Por razones de espacio no podemos contarles todos los ejercicios que hicimos -y también para no arruinarles la sorpresa de saber qué se van a encontrar cuando tomen el curso-. Lo que sí podemos decirles es que no importa cuánto tiempo lleven rodando, siempre hay algunos conceptos que vale muchísimo la pena repasar para convertirse en un mejor motociclista o, en mi caso, aprender varias cosas nuevas, por ejemplo cómo bajar de reversa con la moto controlada o cómo recuperar el control cuando la rueda trasera se empieza a patinar. Desde estas líneas va nuestro más sincero agradecimiento a Armando, Diego y Mely, quienes estuvieron a cargo de hacernos más hábiles a bordo de una motocicleta.
Precios de los cursos
Principiantes
Con hospedaje - $3,500 pesos
Sin hospedaje - $3,000 pesos
Intermedio
Con hospedaje - $4,000 pesos
Sin hospedaje - $3,500 pesos
Intro Off Road
$4,900 pesos
Urban
$4,900 pesos
Urban / Assault
$4,500 pesos