En el pasado Salón de Ginebra Renault develó –sin mucho bombo ni platillo- su nueva imagen.
Sigue siendo el conocido rombo, que apareciera por pura casualidad en 1923, cuando el fabricante diseñó una rejilla protectora para la bocina del claxon, que en el centro tenía el apellido de los fundadores de la marca. Pese a que dicha rejilla protectora era redonda, contenía ranuras para dejar salir el sonido del claxon, pero que eran lo suficientemente pequeñas para impedir el paso de piedras al rodar, estas ranuras tenían un patrón romboidal. Dos años después, en 1925 aparece el primer emblema de Renault creado ex profeso dentro de un rombo, ya no era una rejilla metálica protectora del claxon, sino un identificador claro de la marca.
Desde esos años el rombo ha cambiado mucho, siéndo los más emblemáticos los creados en 1959 y el de 1972, éste último fue obra de Víctor Vasarelli, considerado el padre del OpArt (Optical Art), un movimiento con mucha influencia en los años setenta.
El rombo de Vasarelli también ha sido uno de los más longevos de la marca, hasta que en 1992 cambió nuevamente, bajo el mando del antecesor de Carlos Ghosn, Louis Schweitzer, quien fue el ejecutivo que transformó por completo a Renault, incluso es el arífice de la compra de Nissan, y de varias marcas más pequeñas como Dacia o Samsung.
El rombo impuesto por Schweitzer sufrió una modificación hacia los inicios del siglo XXI, se le adicionó una caja amarilla, que enmarcaba el emblema.
En el 2015 nuevamente aparece el rombo sin la caja amarilla, y un poco más robusto, la tipografía también cambió, siendo más esbelta.
Por otra parte, Renault abandonó el slogan “Drive The Change” y adoptó “Passion For Life”
Es innegable que los emblemas de las marcas –las que sean- son la heráldica moderna, ¿les gustan los cambios?
Aquí te presentamos un recorrido por la historia del emblemático rombo y además te invitamos a recordar nuestra prueba de manejo del Twizy en México en la nota y galería relacionadas