General Motors ha dado un giro contundente en su estrategia de abastecimiento global al instruir a miles de sus proveedores a eliminar piezas y materiales provenientes de China. De acuerdo con reportes internos citados por distintas fuentes, esta medida responde a la creciente preocupación del fabricante por la vulnerabilidad de su cadena de suministro ante las tensiones geopolíticas que han afectado al sector automotriz durante los últimos años.
Los ejecutivos de GM han solicitado a sus proveedores que busquen alternativas fuera de China y comiencen una transición progresiva hacia nuevas fuentes de materiales. El objetivo final es retirar por completo la dependencia del mercado chino, con un plazo que, para algunos proveedores, podría fijarse en 2027. La decisión, comunicada inicialmente a finales de 2024, cobró urgencia conforme se intensificó la guerra comercial entre Estados Unidos y China.
Según las fuentes, esta iniciativa forma parte de una estrategia más amplia destinada a fortalecer la resiliencia operativa de GM, especialmente ante escenarios de interrupción en el suministro de componentes críticos. La industria automotriz ha enfrentado desde 2025 un panorama complejo marcado por aranceles intermitentes, escasez de chips y temores sobre el acceso a tierras raras, elementos fundamentales para la fabricación de vehículos modernos.

La compañía busca priorizar el uso de piezas provenientes de Norteamérica para sus modelos fabricados en la región, donde produce la mayor parte de su volumen global. Aunque GM mantiene apertura hacia proveedores de otras partes del mundo, la instrucción es clara: evitar a China en la medida de lo posible y garantizar que los componentes esenciales tengan origen en mercados con menor riesgo de interrupciones.
Este movimiento también se extiende a otros territorios que enfrentan restricciones comerciales por temas de seguridad nacional, incluidos Rusia y Venezuela. Aun así, China destaca como el país con mayor participación en el suministro de autopartes, por lo que su exclusión representa un desafío significativo tanto para GM como para su red de proveedores.
La transición podría implicar cambios importantes en costos, logística y tiempos de producción, pero GM considera que diversificar su cadena de abastecimiento es fundamental para blindar sus operaciones futuras. La marca busca reducir riesgos, asegurar la disponibilidad de componentes clave y evitar que tensiones externas impacten el lanzamiento de nuevos modelos o la estabilidad de sus plantas en Norteamérica.