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Motor de arranque: Los autos ”zombie”

Motor de arranque: Los autos ”zombie”

Es difícil saber con exactitud cuántos fabricantes de automóviles han existido en el mundo. Algunos hablan de 480 mil. No estoy seguro si tantos, pero para que tengan una idea de que sí se trata de un número importante, solo en Estados Unidos han existido más de 2,500 marcas, hoy solo hay 50 y de esas, probablemente jamás hayamos escuchado nada sobre 30 de ellas, o más. La gran mayoría nació durante o poco después del inicio de la era del automóvil. Muchos vieron perspectiva en la entonces reciente invención y le dedicaron tiempo y dinero. Como siempre, solo los más fuertes fueron sobreviviendo. Hoy, cuando la mayoría piensa que el futuro está en los autos eléctricos -cosa que particularmente tengo mis serias dudas- , se abre otra vez la caja de Pandora y todos quieren su rebanada del pastel de transportar a las personas, sea de manera individual, colectiva o en pequeños grupos, incluso transportar bienes. Y esto representa mayor oferta, pero también mayor peligro para los consumidores.

A mí me emocionaría mucho conducir una pickup Rivian, por ejemplo. Me gusta su diseño atrevido, con cara de juguete de niños. Sus capacidades de carga y autonomía son impresionantes y los que la han manejado dicen que también lo hace de una manera excelsa. Pero no compraría una, aunque pudiera hacerlo. El problema no es el producto, es la marca. De hecho, ni siquiera es la marca, es su escaso tiempo en el mercado y la incierta perspectiva de vida que tiene. En este momento, muchas, sino todas las marcas nuevas son una incógnita, una apuesta hecha tanto por los empresarios que las crearon y administran, como por los consumidores que se hacen de sus productos.

En el futuro, puede ser que Rivian, Lucid, o Lordstown, se vuelvan la nueva General Motors, pero también es posible que desaparezcan como Saab, Pontiac, Austin y otras.

Problema para viejos, que serán peores para un nuevo

Muchos que tienen un auto que salió de producción desde hace rato, saben lo difícil que es lidiar con el problema, encontrar un mecánico que conozca del vehículo y gastar horas o días en internet buscando una parte que tal vez solo encuentre en Inglaterra, India o Tailandia.

Pero el que tiene hoy en México un, digamos, Rover 75, pese a que no encontrará sus refacciones en la tienda de la esquina, al menos encuentra esa posibilidad de buscar en internet y ver si alguien con un auto abandonado o alguna refaccionaria de otro país, pudiera tener esa autoparte que pondría su querido coche a andar otra vez.

Entiendo que muchos dirán que Tesla es una prueba de que una nueva compañía de autos puede florecer. Y tienen razón. Pero recuerden que Tesla fue prácticamente una pionera, una marca que decidió mostrar que las grandes empresas, principalmente las entonces llamadas 3 Grandes estadounidenses, GM, Ford y Chrysler, no estaban poniendo mucha atención ni recursos en algo que Elon Musk, pensaba ser el futuro. Y vaya, ha logrado convencer si no a todo el mundo, al menos toda a la industria automotriz a subirse al barco de los autos eléctricos. Pero ya no hay pioneros en esto, sino muchos surfistas que se subieran a la ola creada por Tesla y esperan seguir equilibrándose en la cima de ella hasta llegar a la playa segura donde venderán sus productos. Sobra decir que no todos lo harán.

La gran incógnita es saber cuáles sí. Hoy son los chinos quienes lideran esa fiebre de nuevas marcas que parecen surgir de las alcantarillas. Algunas fueron inteligentes lo suficiente como para comprar marcas occidentales y revivirlas, como SAIC con MG o Geely con Volvo. Otras, como Chery (Chirey, en México) están poniendo cada vez más marcas en el mercado, como Omoda, Jaecoo, Jetour y Exeed. Y no sabemos, tal vez ellos tampoco, aunque apuestan por ello, si todas van a sobrevivir.

Comprar un viejo Mercury, Oldsmobile, Saab o Austin, puede ser resultado de una pasión, de hacerse finalmente de ese auto que tanto nos gustaba en su época y solo ahora podemos tener. Pero esas al menos son marcas que duraron algunos años, incluso décadas, en el mercado y hay la posibilidad de encontrar cómo mantenerlos vivos, aunque no sea fácil. Pero imagínense comprar un hermoso, poderoso y carísimo Lucid Air y que mañana la empresa desaparezca. Ese sería lo que llaman los estadounidenses, un auto “zombie”. Y no creo que alguien quiera convivir con uno.

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