El científico francés Antoine de Lavoisier, en su principio de conservación de la masa, decía que en la naturaleza “nada se crea, nada se pierde, todo se transforma”. Esto es cierto hablando científicamente, pero cuando pensamos en diseño el dicho podría cambiar a “nada se crea, nada se pierde, todo se copia”. Sí, hablo de autos enteros que son o fueron copias tan parecidas a otros, que han hecho que demandas como la de Land Rover vs Jianling Motors procedieran en los juzgados, en este caso, por una casi réplica de la Evoque llamada Landwind X7. La decisión favoreció a Jaguar - Land Rover y aunque no se dio a conocer el monto que la china fue obligada que pagar, al menos la producción de la “Evoque pirata” se tuvo que detener de inmediato. Hoy las copias siguen, aunque a veces solo de conceptos, algo más complicado de luchar en contra.
No son solo los chinos quienes copian a los occidentales. La coreana Kia en 2004, lanzó al mercado el sedán Amanti, que estéticamente fue, digamos, “inspirado” en el Mercedes-Benz Clase E. Incluso Estados Unidos ha caído en la tentación cuando, por ejemplo, lanzó el concepto del Continental que mostraba una fuerte “influencia” del Bentley Continental Flying Spur. Tal era la similitud que el entonces diseñador de Bentley, Luc Donckerwolke, puso un comentario en la cuenta de Twitter de Lincoln preguntando si no querían que de una vez les mandaran los moldes para la fabricación.
Con detalles de diseño la cosa es aún más grave y abundante. Chris Bangle, un no muy querido ex diseñador de BMW, dejó como legado paneles cóncavos y convexos en las laterales de los autos, que crean interesantes juegos de luz y sombra. Pero fue su diseño más polémico, la parte trasera del Serie 7 2001, lo más imitado por otras marcas. Hasta Toyota, conocida por su conservadurismo absoluto, puso en el Camry la famosa “Bangle butt”, es decir, las “pompis” del diseñador estadounidense como quedó conocida es parte trasera con la tapa de la cajuela con corte lateral en lugar de superior.
¿Buen y mal gusto?
Dicen que el buen gusto es aquél que se parece al nuestro. Puede ser, pero no estoy tan seguro si un diseñador se sienta honrado cuando percibe copias de sus ideas en otros autos. Ian Callum diseñó, en mi opinión, uno de los mejor logrados “techos flotantes” en el Jaguar XJ de 2009, pero la idea de un techo que se viera separado visualmente de la carrocería viene de los años 50, del innovador Citroën DS de 1955, obra del italiano Flaminio Bertoni y considerado por muchos el auto más bello de la historia. Entre ambos hubo varios que usaron la idea de pintar el pilar C de otro color para causar ese efecto, pero hoy hay tantos en la calle, que la gracia lograda anteriormente se perdió al transformarse en copias. Hasta un mundano Chevrolet Groove lo tiene.
Otros trucos de diseño como la manija de las puertas traseras “escondidas” en el pilar C y frecuentemente también pintadas de negro para causar el efecto visual de un vehículo de dos puertas, son comunes. De nuevo los italianos fueron los innovadores con el Alfa Romeo 156, pero luego marcas como Seat con el León de hace dos generaciones, Toyota con el crossover CH-R o Suzuki con el Swift, siguieron este camino no siempre exitoso.
El diseño de autos es moda. Al igual que en la industria que viste a mujeres y hombres, siempre hay alguien que corre el riesgo de crear y varios que, sea por influencia ingenua o por seguir órdenes directas (Bryan Nesbitt, por ejemplo, fue prácticamente forzado a copiar a sí mismo al hacer la Chevrolet HHR, luego de haber logrado gran y efímero éxito con el Chrysler PT Cruiser), terminan por copiar a los demás.
Y en este mundo de copias nos llenamos de techos flotantes, manijas escondidas, escapes falsos, cupés de 4 puertas, calaveras tipo bumerán o unidas en la tapa de la cajuela, fascias que imitan deflectores y el uso cada vez más abundante del barato y imposible de mantener en buen estado plástico negro ultra brillante, que ya salió del interior para vivir también en parrillas, fascias y arcos de ruedas.
Sí, nada se crea, todo se copia. Por esto cuando aparece algo distinto, aunque sea feo, muchos aplauden. Extraño la época en la que ser nuevo no era suficiente, había también que ser bonito.