Un gran número de empresas enfocadas a la movilidad han descubierto que el hidrogeno puede funcionar como sustituto de los combustibles fósiles.
Una de las principales ventajas del uso del hidrógeno en los vehículos o navíos es que no produce emisiones contaminantes en el tubo de escape, sin embargo, no es del todo ecológico.
De inicio, producir y almacenar hidrógeno consume energía, lo que cuestiona su potencial como solución ecológica.
Además, el hidrógeno tiene otro gran problema, ya que se convierte en un gas de efecto invernadero cuando se libera a la atmósfera. A largo plazo, podría ser 11 veces peor que el CO2 para el clima.
A pesar de todas sus ventajas, el hidrógeno también tiene inconvenientes, uno de ellos es que es muy difícil producir hidrógeno sin generar gases de efecto invernadero.
De hecho, la mayor parte del hidrógeno (alrededor del 95 % a partir de 2020) se produce a partir de combustibles fósiles, mientras que el resto se obtiene por electrólisis del agua utilizando mucha energía eléctrica, que también se produce en su mayor parte por la quema de combustibles.
Entonces, el hidrógeno no es del todo verde, a menos que la electricidad se produzca a partir de fuentes renovables.
Otra de las contras del hidrógeno es que los tanques donde se almacena tienen una merma, y el gas filtrado es peor para el medio ambiente que el CO2.
Durante un período de 100 años, una tonelada de hidrógeno liberado en la atmósfera calentará la Tierra 11 veces más que una tonelada de CO2. Esto se debe a que el hidrógeno interactúa con otros gases y vapores en el aire para producir poderosos efectos de calentamiento.
Está comprobado que los cilindros de gas comprimido pierden alrededor del 0.12-0.24 por ciento por día, mientras que el hidrógeno transportado como líquido criogénico pierde alrededor del 1 por ciento por día.
Este llega a las capas superiores de la atmósfera, donde interactúa con los mismos oxidantes troposféricos que "limpian" las emisiones de metano.
Esto conduce a mayores concentraciones de metano, así que la presencia de hidrógeno también aumenta la concentración tanto de ozono troposférico como de vapor de agua estratosférico, elevando aún más las temperaturas.
A pesar de los nuevos hallazgos, incluso en el peor de los casos, donde la tasa de fuga de hidrógeno llega al 10 por ciento, el uso de hidrógeno compensará una reducción del 4 por ciento en las emisiones de carbono.
Esto sigue siendo una enorme mejora con respecto al uso de combustibles fósiles. Pero el estudio demuestra claramente la importancia de controlar las fugas de hidrógeno dentro de una economía de hidrógeno.