Hace una semana, un conductor en Guadalajara tuvo la fortuna que muy pocos tienen, manejar un Lamborghini Urus. Sin embargo, esa fortuna terminó siendo fatal. En la madrugada del día 12 para 13, en un túnel largo, con curva y prácticamente sin tráfico, se estrelló en una bifurcación y perdió la vida en el golpe. Es muy fácil en este momento echarle la culpa al fallecido piloto - que sí la tiene - pero lo difícil es estar al mando de un coche como ese y resistir la tentación de pisarle más fuerte. El accidente me hizo reflexionar sobre qué tanto conocemos realmente los riesgos de la velocidad y qué se puede hacer para disminuirlo.
En general cuando pensamos en exceso de velocidad, imaginamos a alguien conduciendo a 160 km/h o más en una carretera. Sin embargo, hay más accidentes en la ciudad que en carretera, mucho más. En México, en 2019, el INEGI muestra que se registraron 334 mil accidentes en zonas urbanas contra 27 mil en zonas rurales. Es una cifra extremadamente elevada, que pone a México como el séptimo país con más accidentes de tránsito en el mundo. Solo en el rango de edad entre 15 y 29 años, mueren 22 personas en territorio nacional diariamente. 24 mil muertes por año en total entre toda la población.
Muchos de estos accidentes, a escala global, son atropellamientos. La mayoría de estos sucesos se deben al exceso de velocidad en las arterias urbanas. Un estudio hecho en Inglaterra por la autoridad de tránsito, muestra que si un alguien es atropellado por un vehículo cuando éste va circulando a 30 millas por hora (48 km/h), tiene 45% de posibilidades de morir o sufrir lesiones graves, del tipo que cambia la forma de vida del accidentado. Si ese auto viajara a 20 millas por hora (32 km/h) la posibilidad de muerte baja a solo 5%. A 35 millas por hora (56 km/h) hay el doble de posibilidades de causar un accidente fatal que a 48 km/h. El riesgo es exponencial.
El peligro de las camionetas
Controlar un auto es más difícil en la medida que aumenta la velocidad y eso probablemente todos lo sepan, aunque nuevamente la mayoría piense que 80 o 90 km/h en una avenida en la ciudad no es mucho. Pero chocar a esa velocidad equivale a caer del cuarto piso de un edificio y todos sabemos que no debemos saltar de un cuarto piso y no saltamos, así como juramos que nunca vamos a chocar.
También pensamos que no vamos a atropellar a nadie, porque nos sentimos cuidadosos, pero a veces no vemos el peligro. La revista Consumer Reports publicó recientemente un artículo sobre el aumento de tamaño de las camionetas, principalmente las pickups, en Estados Unidos y menciona que la altura de éstas creció 11% entre los modelos 2000 y 2014. El peso aumentó 24% entre 2000 y 2018. Esto hace que el chofer no pueda ver los objetos que están cercanos al vehículo, lo que pone en riesgo principalmente a los niños, pero también a los adultos mayores. Los atropellamientos han crecido nada menos que 46% en el vecino del norte. Se comprende que alguien manejando una Ford F-250, que tiene el cofre a 1.39 metros del piso, tenga muy poco ángulo de visión. Esto muestra que los sistemas de frenado automático de emergencia con detección de peatones y las cámaras delanteras deberían ser la siguiente prioridad de la autoridad estadounidense. Hoy, solo Nissan ofrece los sistemas de frenado automático de emergencia, alerta de punto ciego y detección de peatones en sus dos pickups a la venta en EUA. Las demás marcas los tienen como sistemas opcionales o ofrecen uno o dos de esos tres sistemas como equipos de serie en algunas versiones. Otras, ni siquiera los ofrecen como opción.
En México aún estamos demasiado lejos de eso, ya que solo se exige que los autos tengan ABS y dos bolsas de aire y de nuevo queda en nuestras manos no solo elegir correctamente el auto que conducimos, para que sea lo más seguro posible, como también cuidarnos como conductores de manejar a velocidades prudentes porque, como vimos anteriormente, el exceso de velocidad mata, incluso si estamos en un crossover moderno y con precio de alrededor de seis millones de pesos como el Lamborghini Urus.