Es un hecho que la industria automotriz está bajo presión para reducir las emisiones, tanto de las regulaciones gubernamentales como de los consumidores que están cada vez más conscientes del impacto ambiental de sus vehículos.
Ante esta influencia, los fabricantes han elegido a la movilidad eléctrica como la vía más prometedora para reducir o eliminar las emisiones contaminantes. De hecho, ya la mayoría de las compañías automovilísticas están centradas en el desarrollo y producción de vehículos eléctricos de batería.
Si bien se ha logrado una gran evolución desde la comercialización del primer modelo eléctrico -en 2010- en los puntos críticos; precio y autonomía; aun falta mucho por hacer para que la mayoría sean rentables.
Para solucionar este problema, que solo se exacerbará en los próximos años a medida que más vehículos eléctricos lleguen al mercado, los fabricantes de automóviles deben asegurar materias primas como el cobalto y el litio para sus futuros vehículos. Otra estrategia clave es equilibrar la flexibilidad de la plataforma con el compromiso.
Actualmente, los autos eléctricos de batería son más caros y menos convenientes de usar que sus contrapartes no eléctricas, pero la tecnología continuará cerrando esta brecha.
Asimismo, a medida que los fabricantes de automóviles continúan mejorando la velocidad de carga, minimizando el tamaño de la batería y reduciendo el precio, se espera que más consumidores busquen vehículos eléctricos.
Todo indica que entre 2035 y 2040, los vehículos eléctricos representan más de la mitad de todas las ventas mundiales. Si bien la adopción se realizó antes de las previsiones anteriores al Covid-19, se cree que los impactos de la pandemia solo causarán reveses a corto plazo.