La industria automotriz europea tiene un pleito casado con China, y BMW lo tiene con la prohibición de Europa a los motores de combustión interna para mediados de la próxima década, así que su CEO, Oliver Zipse, parece haber encontrado una solución.
China es el mayor fabricante y proveedor de baterías para vehículos 100% eléctricos o electrificados en el mundo, así que Zipse propuso hoy, en una conferencia de prensa en el Autoshow de París, que se cancele la prohibición de los motores que queman carburante y se reduzca así una rama en la que el viejo continente es totalmente dependiente del gigante asiático.
El directivo aseguró que no es una medida viable, dada la baja en la venta de los modelos totalmente eléctricos en el continente, por lo que afirmó que habría que revisarla también para ayudar a que los proveedores generar una menor dependencia de China para las baterías.
BMW es uno de los grupos automotrices que no estuvo de acuerdo desde un inicio con la prohibición para vender vehículos nuevos con motores de combustión interna en Europa a partir de 2035, afirmó que el tiempo era poco y que dejar completamente de lado los motores de gasolina era un error y que traería pérdidas de dinero en desarrollos que sólo se podrían vender pocos años.
Por el otro lado, Alemania es uno de los países que más impulsan esta medida para reducir las emisiones de CO2 en el ambiente y los gases de efecto invernadero, así que no ha respaldado a BMW en esta cruzada.
Varios expertos han señalado también que esta media traerá una enorme pérdida de empleos y el cierre de negocios, pues los motores de combustión interna requieren la producción de más piezas y elementos, que desaparecerían de un plumazo en 2035, pues los motores eléctricos son mucho más simples, afectando la economía de muchas regiones.
Además de las millonarias inversiones que tiene que hacer cada grupo en el desarrollo de estas tecnologías, ya sea por su parte o en alianza con otras marcas, la imposible batalla contra las marcas chinas (dueñas de gran parte de las cadenas de suministros), los subsidios de su gobierno, e incluso, una vez más, la necesidad de despedir mano de obra calificada que ya no es necesaria para la producción de los autos.
Por ello, varias firmas automotrices y países como Italia, han pedido que esta ley vuelva a la mesa de discusión para tratar estos puntos y ver de qué forma se puede modificar para que sea beneficiosa en el lado ambiental y en el lado del negocio de los fabricantes.