Según informan medios locales, la empresa Brilliance China Automotive holdings Ltd (Brilliance Auto) se declaró en bancarrota, debido a que no puede hacer frente a deudas valorizadas en más de 8,000 millones de dólares.
Brilliance es una empresa con mucha tradición en China, al iniciar actividades en 1949, y es una de las más importantes del sector automotor, al punto que tiene dos acuerdos comerciales para producir localmente: uno con Renault y otro con BMW, los que deberían finalizar debido a esta situación.
Las alarmas comenzaron a sonar hace un par de meses cuando Brilliance no pudo pagar las deudas y préstamos recibidos por parte del gobierno. En realidad, su tardío ingreso al sector de autos electrificados jugó en contra de sus ventas, pasando de casi 200 mil unidades vendidas en 2013 a poco más de 25 mil en 2019.
Tras la sostenida caída en ventas que lleva padeciendo desde el 2016, la empresa tuvo que someterse a una reestructuración. Para ello elaboró un plan de finanzas que le permitió acceder a mayores créditos durante el 2017 y 2018. El problema fue que algunos informes financieros resultaron ser fraudulentos, con cifras infladas; escandalo descubierto en abril del año pasado y que terminó con la suspensión de Brilliance en la bolsa de Hong Kong y con millonarias multas a los directivos más altos de la empresa.
Luego siguieron las acusaciones sobre que Brilliance no era capaz de pagar a sus empleados en la alianza de Renault-Brilliance, lo que originó la quiebra de la alianza. Incluso, Renault trató de inyectar capital después de que Brilliance perdiera solvencia, pero todo quedó en nada.
Según informes locales, Renault busca un nuevo socio y estaría en conversaciones con Geely, esta alianza usaría las plataformas del gigante chino y se enfocaría en autos híbridos y eléctricos. Por su parte, Renault tendría a su cargo el diseño exterior e interior, y las ventas, pero podría poner a disposición de Geely las instalaciones de Samsung en Corea del Sur.
El gigante chino propietario de Volvo podría usar esas instalaciones en Corea del Sur para producir los autos de Lynk & Co, con los que quiere desembarcar en Estados Unidos.