Uno de los componentes fundamentales en la mecánica de un motor es sin duda el sistema transmisión o caja de velocidades, pues es el principal responsable de poner la potencia en las ruedas de nuestro vehículo.
La transmisión automática
Históricamente, la primera transmisión en aparecer fue la que conocemos como tipo automática, la cual, mediante un principio físico muy elemental, aprovecha la inercia del motor mediante un convertidor de par y un sistema de engranes, para así llevar la potencia directamente a las ruedas del auto. Durante muchos años funcionaba con mecánica pura: piezas metálicas, engranes, limitadores, convertidores de par y bombas hidráulicas. Actualmente, sin importar la marca del auto, incorpora una gestión electrónica debido las “modernas” regulaciones en temas de consumo, rendimiento o seguridad, sin embargo, el funcionamiento y principio básico se mantienen.
Automática de doble embrague
En ellas, la física pasa a segundo plano. Podemos decir que la electrónica toma el control absoluto del comportamiento de la transmisión dependiendo de la demanda o comportamiento del motor. Estas transmisiones emplean un sistema de doble clutch, un complejo sistema de válvulas, mecatrónicas, engranes e incluso, dependiendo del tipo de auto, cuentan con su propia unidad de control (computadora). La DSG, S Tronic, Tiptronic, DCT o PDK son ejemplos de trasmisiones de doble clutch.
Transmisión CVT
Su uso en la mecánica de un auto es más reciente, incluso se emplea en algunas motocicletas. Una transmisión CVT simula los cambios de forma variable mediante un sistema de correas y poleas que transmiten potencia según el requerimiento del pedal o las revoluciones por minuto del motor. Es considerada una variante de la transmisión automática, pero por lo regular las encontraremos en vehículos de baja cilindrada, cuyos motores no requieren un grado elevado de potencia, además de tener un enfoque más “ahorrativo” en temas de consumo y rendimiento.
Mitos y realidades de las transmisiones automáticas
Es claro que la oferta de transmisiones manuales va cada vez más a la baja en todos los segmentos, incluso en los más deportivos. Pero analicemos cinco puntos básicos para elegir o no un vehículo con caja de velocidades automática. La idea es desmentir o confirmar lo que normalmente se habla de este tipo de componentes.
- Un auto con caja automática “gasta” más combustible: Falso. Debemos saber que el rendimiento es directamente proporcional al tipo de manejo y/o distancia recorrida. Una transmisión automática de modelo reciente gestiona y calcula estos valores dando prioridad al rendimiento. En otras palabras: demanda de potencia = mayor consumo de combustible = menor rendimiento promedio. La caja nada tiene que ver.
- Los autos automáticos son más lentos: No. A diferencia de una caja manual donde podemos “jugar” con el número de revoluciones antes de engranar, las trasmisiones automáticas tienen un rango de RPM para operar, a menos que se trate de una caja con doble embrague en la que electrónicamente se permita elevar el número de vueltas mediante launch control, por ejemplo. Si se trata de una caja automática convencional, el modo “sport” que algunas incorporan, contribuye a mejorar la respuesta mecánica sin impactar tanto en el consumo.
- Las transmisiones automáticas no son aptas para uso deportivo. Es una aseveración muy relativa. Hablando de seriales y categorías, son cada vez más comunes, basta ver la configuración mecánica de los autos en el WEC o F1 donde los “tres pedales” tienen bastante tiempo en desuso. En cuanto a los vehículos deportivos de calle, la cosa no es distinta. El avance tecnológico, la aplicación de materiales, los requerimientos modernos de la industria, así como el propio desarrollo de los autos deportivos o superdeportivos ha dado lugar a una gran evolución de las transmisiones robotizadas de doble clutch, las cuales contribuyen al rendimiento del motor e incluso aprovechar más sus prestaciones. La rapidez y eficacia en su operación permiten a esos supermotores trabajar donde ocurre la diversión: muy arriba en el número de RPM. Incluso los deportivos “pura sangre” más actuales carecen de tres pedales y honestamente, no se extrañan.
- Nunca se les da mantenimiento. Falso. Como todo sistema en nuestro auto, la transmisión también requiere de mantenimientos cada determinado numero de kilometraje. Esto depende del tipo de caja o del fabricante. El servicio para una caja automática incluye cambio de aceite (especial para transmisión, revisa aplicaciones), filtros, empaques y en muchos casos, un ajuste electrónico posterior al cambio de fluidos o consumibles.
- El mantenimiento es costoso: No, si consideras que la reparación de una transmisión automáticas es tan cara como compleja. El tiempo que toma reparararlas también es algo que debe tomarse en cuenta. No realizar el mantenimiento pertinente implica arriesgarse a diferentes tipos de fallas como:
- Zumbidos sobre la marcha.
- “Brincos” o saltos al momento de engranar o poner en marcha el auto.
- Falta de potencia.
- El auto no avanza o el engrane “patina”.
- En casos más severos, la transmisión se “bloqueará” y el auto no tendrá respuesta alguna.
Recomendaciones Autocosmos:
- Decide, tomando tu estilo de manejo, con qué tipo de transmisión te sientes más cómodo.
- Toma en cuenta el uso que le darás a tu auto: transporte, recreación, taxi, etc. Ese es un factor de compra.
- Independientemente de qué tipo de transmisión se trate, debes estar pendiente del mantenimiento. La reparación y/o costos, son una verdadera pesadilla. En este sentido, revisa garantías, costos, y lugares profesionales especializados.
- Como siempre te recomendamos, cuida y disfruta tu auto, retribúyele lo que él o ella hacen por ti.