La fragilidad de la vida, nos hace replantearnos la existencia de los que parten y homenajearlos, reconociendo sus logros en vida para hacerlos inmortales.
Con el fallecimiento de Ada Amelia Carrera, sus palabras vienen a la mente, “Nunca me puse a sentir que yo era pionera, era una cosa natural. No me consideré sobresaliente, yo me consideré una corredora, una mujer, una mamá, una esposa; no algo especial”, pero en realidad si lo era.
Su historia comenzó en el extinto Distrito Federal, conocido actualmente como la Ciudad de México, cuando trabajaba en una pequeña tienda y el hijo del dueño la llevó a dar su primer viaje en moto. El viento rozando su rostro, la sensación de libertad y el ruido del motor, le hizo “olvidar sus problemas, con hermosos paisajes y nuevas experiencias”, con lo que incursionaría en el mundo del motociclismo.
En un mundo dominado por hombres con chamarras de cuero y botas al estilo de la película “El Salvaje” de Marlon Brando, Ada comenzó a vestir botas, mascada de color rojo y guantes color lila, afianzando su identidad sobre dos ruedas.
Fue expulsada del Moto Club México por protestar al no dejarla entrar a un lugar considerado sólo para hombres, aseguraba haberle dado “una cachetada al Capitán de Carretera, me pasaron a la Mesa de Honor y de Justicia y me corrieron junto con todas las mujeres, pero me fui al MotoClub Independiente”, donde conoció a su esposo y juntos participaron en la Federación Mexicana de Motociclismo -FMM-.
Ahí obtuvo el reconocimiento de la Confederación Deportiva Mexicana por el Campeonato Nacional de 1972 en un óvalo”.
A lo largo de su carrera deportiva, Ada conquistó 17 campeonatos, y en el 2012 la Cámara Nacional de la Mujer la nombró Mujer del Año y en el 2019, el Salón Internacional de la Motocicleta (SIMM) la reconoció por su activismo dentro del motociclismo.
A los 83 años participó en la Rodada sin Límites, organizada por ITALIKA y la Fundación México Incluye, durante esta primera rodada inclusiva a nivel nacional participaron 21 motociclistas con y sin discapacidad, recorriendo más de 3,200 km -19 ciudades en 12 estados de la República Mexicana- y aseveró que “tanto hombres como mujeres que participaron en la rodada son más fuertes que nadie, los admiro muchísimo, sobran arrugas, pero no me falta nada. Esas mujeres son increíbles. En sillas de ruedas o sin poder ver, estar en una moto durante 29 días va a ser un recuerdo inolvidable. Esa es mi experiencia, vivan y sean felices”.
Aunque, sin duda uno de sus mayores logros fue fundar la Asociación Femenil de Motociclismo, junto a sus amigas. Ada llegó al final de la carrera en 2020, dejando una gran huella en el motociclismo femenil.