En su mayoría, los nombres las marcas de automóviles o de autopartes provienen de los apellidos de sus fundadores, que gracias a sus inventos o desarrollos tecnológicos, lograron convertirse en una historia de éxito.
Dentro de los tantos nombres -o bien marcas- más reconocidos en el mundo automotor, es Bosch. Es un hecho que al escuchar este apellido, lo primero que viene a la mente son las bujías. Pero más allá de este componente vital en el funcionamiento de los motores, esta empresa ha ido ampliando su gama de productos para diversificarse como proveedor y comercializador de autopartes.
Además del gran número de innovaciones, Bosch es una de las empresas más longevas en el ramo automotor, pues fue fundada en 1886 por Robert Bosch en Alemania. Gracias a la fundación del “Taller de mecánica de precisión e ingeniería eléctrica”, mejoró el rendimiento de los motores.
Criado en Alemania con 11 hermanos, Robert Bosch no disfrutó de la escuela y se convirtió en el aprendiz de un mecánico de precisión. Más tarde viajó a América y trabajó en instalaciones industriales, incluida la de Thomas Edison. Al regresar a Alemania, Bosch fundó una fábrica en Stuttgart donde desarrolló el Bosch Magneto, un dispositivo encargado para regular la corriente eléctrica en los motores de combustión interna. Esta innovación hizo posible la construcción de motores de alto rendimiento. También desarrolló una bomba de inyección de combustible para el motor diesel que mejoró dramáticamente el desempeño del motor.
Pero antes de llegar a eso, la empresa estuvo marcada por altibajos. Bosch realizó todo el trabajo de precisión de ingeniería mecánica y eléctrica que encontró en su camino, como la instalación de sistemas de teléfono y timbres eléctricos. Cuando se le pidió que construyera un magneto de alta tensión para un motor estacionario según un diseño ya existente, él lo mejoró y, por lo tanto, allanó el camino para la producción de magnetos de alta tensión.
A partir de 1897, Bosch comenzó a instalar en automóviles, magnetos de alta tensión mejor diseñados y se convirtió en el único proveedor de una ignición realmente fiable. En 1902, el ingeniero jefe de Bosch, Gottlob Honold, descubrió una solución aún mejor: el sistema de magneto de alta tensión con bujía. Este producto allanó el camino para que Bosch se convirtiera en un proveedor líder mundial para el sector del automóvil.
Después del Reino Unido, Francia era el mercado de ventas de automóviles más grande de Europa. Por lo que Bosch comenzó a gestionar una empresa filial allí en 1899. Los negocios en la sucursal de París no pudieron haber ido mejor, y a partir de 1905 fue posible cubrir la demanda con los sistemas de magneto de alta tensión fabricados en su propia planta cerca de la torre Eiffel.
En torno al cambio de siglo tuvo lugar la primera carrera de autos más importante a nivel internacional -una ocasión para los fabricantes y proveedores para demostrar su habilidad. El belga Camille Jenatzy condujo un Mercedes con el que ganó la Copa Gordon Bennett de Irlanda en 1903 gracias, en parte, al fiable sistema de ignición de Bosch, que resistió las condiciones más adversas.
Otra punta de lanza del éxito de Bosch se debe a un anuncio de sistemas de magnetos en periódicos de Estados Unidos, lo que generó pedidos valorados en un millón de dólares para Bosch en 1906 y duplicó las ventas en el plazo de un año. El negocio en los Estados Unidos tenía tanto éxito que en 1912 Bosch comenzó a fabricar su producto estrella en una fábrica propia en Springfield, Massachusetts.
Además del Reino Unido, Bosch comenzó a echar un vistazo a otros mercados por todo el mundo. Con oficinas de ventas en Sudáfrica desde 1906, Australia, desde 1907, Argentina, desde 1908, China, desde 1909, y Japón, desde 1911, la red de representaciones de Bosch cubría todos los continentes. En 1913, el negocio fuera de Alemania suponía el 88 % de las ventas de la empresa.
Cuando los automóviles se convirtieron en un objeto cotidiano y el aumento de la velocidad exigía una mayor seguridad, Bosch lanzó los productos apropiados en 1913 y 1914. Además de la "luz Bosch", un sistema de iluminación eléctrica que consistía en faros, un generador, regulador y batería que hacía más segura la conducción nocturna, el motor de arranque aportó fiabilidad.
Con el estallido de la Primera Guerra Mundial en 1914, todos los mercados extranjeros desaparecieron de la noche a la mañana, la investigación y el desarrollo se interrumpieron y la producción se dedicó a las armas. En lugar de magnetos, Bosch comenzó a fabricar detonadores de granadas. Cerca de la mitad de los trabajadores fue llamada a filas, y las mujeres ocuparon su trabajo. De estos reclutas, 453 empleados ya no volverían nunca de la guerra.
Tras la guerra se retomaron las actividades. La seguridad para un tráfico rodado mucho más denso se convirtió en la fuerza impulsora para los investigadores y desarrolladores de Bosch. Las luces para motocicletas y bicicletas, la sonora bocina de Bosch, el limpiaparabrisas y un encendido alimentado con batería se añadieron al portafolio de productos para 1926.
De nueva cuenta, con la Segunda Guerra Mundial, Bosch volvió a cambiar sus actividades a la producción militar. El ejército estaba motorizado hasta tal punto, que se permitió continuar las actividades de la empresa relacionadas con la automoción. Tal y como ocurrió en toda la industria alemana, los empleados fueron llamados a filas y fueron sustituidos por trabajadores forzados de los territorios ocupados, algunos de los cuales estaban obligados a vivir y a trabajar en condiciones infrahumanas.
Durante la guerra, los aliados bombardearon repetidamente las plantas de producción de Bosch, ya que apoyó activamente a la resistencia del régimen nacionalsocialista. A los judíos perseguidos se les daba empleo para salvarlos de ser deportados a los campos de concentración, o se les ayudaba financieramente para que emigraran.
Desgraciadamente, Robert Bosch no sobreviviría para presenciar cómo algunas partes de sus fábricas fueron totalmente arrasadas ya que falleció en 1942. Dejó instrucciones claras a sus sucesores sobre cómo deberían dirigir la empresa que llevaba su nombre.
Con el fin de poder volver a contratar a los empleados y pagarles, Bosch comenzó a fabricar cacerolas a partir de cascos, carretillas y paraguas, entre las ruinas de la fábrica. Los empleados podían utilizar ellos mismos estos artículos o comerciar con ellos para obtener otros productos esenciales. Los primeros productos más complejos fueron las bujías: para los vehículos militares de los aliados.
Al día de hoy, con más de 400,000 empleados, Bosch desarrolla productos enfocados a soluciones de movilidad, tecnología industrial, bienes de consumo y tecnología para energía y edificios.