Decir que un descapotable es un auto exclusivo es redundante; decir que un Bentley descapotable es exclusivo, es simplemente una tontería por lo obvio. Y decir que ahora llega el Bentley descapotable más exclusivo es como decir que los autos traerán cuatro ruedas y un manubrio.
Pues bien, Bentley dice eso de su nuevo Continental GT Convertible Number 1 Edition by Mulliner, el descapotable más exclusivo de la marca, que rinde tributo al No. 1 Bentley Blower de 1929, uno de sus primeros íconos en las pistas.
Este modelo es el tercer y último homenaje de la marca por sus 100 años de vida, sumándose a los ya presentados Mulsanne W.O. Edition y Continental GT Number 9 Edition, y como ellos incorpora alguna pieza histórica de la marca en su interior. En este caso es una pieza procedente del No. 1 original que está incrustada en la pantalla rotatoria del tablero.
Al igual que con los otros dos modelos, serán 100 los afortunados poseedores de esta pieza magnífica de colección, construida sobre el descapotable Continental GT con motor W12 6.0 litros biturbo, asociado a una caja automática de doble embrague y ocho marchas, con el que eroga 635 Hp y 664 lb-pie de par, suficiente para llevarlo hasta los 100 km/h en 3.8 segundos y alcanzar los 333 km/h.
Además de la pieza del No. 1 original, esta versión se distingue por una placa conmemorativa bañada en oro de 18 quilates integrada en la salpicadera, que se replica en el interior, por sus colores exteriores exclusivos Rojo Dragón II o Beluga, combinados con la capota Claret o Beluga, y el acabado Black Line con rines negros de 22 pulgadas.
El acabado interior es el paquete Centenario combinado con el kit de carbono. Incluye muchos elementos decorativos reminiscentes de los inicios de la marca, así como un sistema de iluminación de bienvenida LED referente a los 100 años, volante forrado en Alcantara y un reloj Jaeger.
Y, coronándolo todo, un flamante número 1 tinteado en la parrilla frontal.
El No. 1 Bentley Blower debe su fama a un récord que parecía imposible de realizar. Conducido por Tim Birkin, el 4 litros y medio consiguió un promedio de velocidad de 222 km/h en el Circuito de Brooklands, en un lejano 1932, símbolo de la herencia deportiva de Bentley.