Antecedentes
El Toyota GT86, es un producto desarrollado en colaboración con Subaru. Lo que quisieron hacer con este coupé fue crear un auto meramente emocional, económico y con un manejo para divertir a cualquiera.
Normalmente la palabra emocionante no se utiliza para describir un producto de Toyota y mucho menos en nuestro país donde se ha concentrado en traer productos que cumplen con la movilidad de las personas pero no con la parte entusiasta.
Hasta ahora, la marca no ha hablado sobre la introducción de este modelo a nuestro país, así que nuestro equipo de Argentina puso las manos tras el volante del coupé. Creemos que valdría la pena que lo trajeran, he aquí el por qué.
Características técnicas y mecánicas
Como comentábamos anteriormente, este deportivo compacto fue desarrollado junto con Subaru, cuya versión se llama BRZ. La sociedad se hace patente en el cuatro cilindros Bóxer -de cilindros opuestos- de 2.0L con aspiración natural, que estira el tacómetro hasta las 7,500 rpm y entrega 197 Hp a las ruedas traseras mediante una transmisión manual o automática de seis velocidades (con paletas de cambio en el volante).
Las dimensiones son compactas y se nota un trabajo de hormiga para reducir peso. Por ejemplo, el retrovisor interior es casi tan delgado como el espejo y casi no hay aislante entre el techo y el recubrimiento interior. La suspensión es independiente para las cuatro llantas, McPherson adelante y multibrazo.
Las prestaciones en la ficha técnica indican 226 Km/h de velocidad máxima y un 0 a 100 de 7.6 segundos si es manual, y de 210 km/h y 8.2s en el automático, nada asombroso, pero el GT86 es mucho más que simple velocidad en línea recta.
Diseño
Olvidémonos de los deportivos derivados de hatchbacks y sedanes, aquí estamos ante un auténtico coupé, realmente bajo, con la trompa de punta afilada y la parte trasera truncada.
Los rasgos generales son nipones, las luces alargadas, la parrilla hexagonal y los faros de niebla en forma trapezoidal para darle un aire de pequeño Lexus LFA, el superdeportivo de la marca de lujo de Toyota. En la zaga aparecen grandes salpicaderas que marcan donde se descarga la potencia y hay un falso difusor trasero negro rodeado por dos escapes tan anchos que parecen salidos de un local de tuning.
El remate perfecto está en los laterales, justo en la fuga superior de las salpicaderas delanteras con dos falsas salidas de aire decoradas con el logo del auto: dos pistones opuestos y el 86 en el centro a modo de cigüeñal.
Interior
El Toyota GT86 nos hace sentir que estamos en un verdadero deportivo, con ventanas sin marco y la necesidad de doblar bien la espalda para entrar y acomodarte en los asientos envolventes cubiertos de cuero (sintético) y símil Alcántara que te dejan a pocos centímetros del piso. Una vez adentro, tenemos un volante de aro chico y un cuadro de instrumentos de tres relojes dominado en el centro por el tacómetro, único con fondo blanco, que incluye un velocímetro digital.
Las críticas empiezan por el diseño en general del tablero -algo soso- y continúan por detalles propios de un Toyota de bajo costo. Los materiales combinan buenas zonas (la parte superior blanda) con otras de calidad mediocre, incluyendo los paneles interiores de la puerta y las perillas. Por otro lado, está bien la imitación de fibra de carbón que cubre el frente del tablero. Hay algunos mimos como los calefactores de asientos y el control de clima de dos zonas, que intenta imitar medidores de presión y temperatura de fluidos.
Manejo
Aquí empieza la mejor parte del Toyota GT86. Apretamos el inmenso botón de encendido y llega a la cabina la particular melodía de los Bóxer. Ponemos primera, pisamos el acelerador a fondo y el GT86 sale como cualquier otro auto, sin que se libre la esperada batalla entre el caucho y el asfalto. Unos segundos después, la aguja del tacómetro comienza una carrera exponencial hacia el limitador de vueltas, sin embargo no tenemos la misma experiencia que en los viejos Honda VTEC de 100 Hp por litro, aquí la entrega es progresiva.
La caja automática hace los cambios de velocidad hasta que se enciende una luz roja en el tacómetro cuando llega el momento cumbre, algo ideal si se utiliza en modo secuencial ya que no sube de marcha hasta que tiremos de la paleta derecha. A la hora de frenar, la caja rebaja de manera limpia, llenándonos los oídos con golpes de acelerador como si estuviéramos realizando la técnica de punta-talón.
Si la aceleración no se siente tan violenta debido al escaso torque -propio de un motor de baja cilindrada, altas revoluciones, sin turbo y de distribución bóxer- en las curvas llega el mejor momento del Toyota GT86. Primero, la dirección es pesada, ultra directa y con buen tacto. Segundo, salvo que nos pasemos mucho con la velocidad, se presenta poco subviraje y si aparece, se controla fácilmente levantando el pie del acelerador o pisándolo más fuerte para provocar que la parte trasera salga del giro.
Con el control de tracción y estabilidad activados en modo Sport, el GT86 nos da tiempo para divertirnos con un poco de drift, como se puede ver en el video asociado a esta nota realizado por nuestro equipo en Argentina.
En resumen, si no se cuenta con las habilidades, este deportivo sigue siendo divertido sin tener que llevarlo de vuelta a casa en grúa.
Conclusión
El Toyota GT86 es uno de los más grandes juguetes motorizados a escala real que hemos probado en años. El mayor problema es que Toyota México se anime a traerlo a nuestro mercado. Creemos que bien podría darle un giro más entusiasta a la imagen con la que cuenta hasta ahora, ya que definitivamente no será un producto de volumen.
Lo mejor de todo es que si Toyota no lo trae, aún tenemos la esperanza de que Subaru si importe a su hermano gemelo, el BRZ, con el que lo único que cambia son los emblemas y un poco el interior.
Prueba del Toyota GT86 en pista