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Pagani: de sueño a realidad

Horacio Pagani dejó su Casilda natal para radicarse y crecer en Módena donde se convirtió en uno de los constructores más prestigiosos del mundo.

Pagani: de sueño a realidad

Nació en Casilda, al sur de la provincia de Santa Fe. Fanático de los autos, sus primeros diseños saltaron del papel a la madera balsa. Autodidacta y obsesivo, se fue convirtiendo en un creador con todo lo que ello implica.

A Horacio Pagani siempre se le escuchaba decir:”Algún día voy a construir autos deportivos”. Como las carreras también lo atraían, en 1978 incursionó en la Fórmula 2 Nacional con un modelo de diseño propio. Allí conoció al constructor y diseñador de autos Oreste Berta, quien al ver el potencial de su futuro colega decidió presentárselo a Juan Manuel Fangio. El “Chueco” pronto se transformó en amigo y fuente de inspiración.

Sus comienzos en Italia

En noviembre de 1982, con tan sólo 27 años, arriba al aeropuerto de Malpensa en Milán (Italia). Llegaba convencido de que iba a triunfar. Debajo del brazo llevaba cinco cartas escritas por Fangio y dirigidas a los máximos dirigentes de la industria de autos de Gran Turismo del norte de Italia, entre ellos Enzo Ferrari y el ingeniero Giulio Alfieri, de Automobili Lamborghini.

En la “terra dei motorri” le vieron condiciones y le abrieron las puertas. Claro que los comienzos no fueron sencillos. Ingresó a Lamborghini como operario de tercer nivel, pero poco a poco fue demostrando su talento.

Se involucró en diferentes proyectos como la construcción del Countach Evoluzione, el primer auto del mundo construido íntegramente en fibra de carbono, un material del que se haría especialista. Casi diez años después, Pagani fundó su propia empresa, Modena Design, con la que brindó servicios de proyección, diseño, ingeniería y construcción de modelos y piezas en materiales compuestos para Lamborghini, Renault y equipos de carreras como Ferrari.

En 1992,  comenzó a darle forma a su sueño, un auto inspirado en Fangio y en el que el mismísimo campeón tomó parte. Ambos coincidieron en que debía ser “innovador, seguro y con un motor Mercedes-Benz”.

Entonces el balcarceño hizo el contacto con la casa alemana y aseguró la provisión de los motores. Fueron siete años de trabajo hasta que el proyecto vio la luz.

En un principio el modelo iba a llamarse Fangio F1, pero la muerte del Chueco en 1995 cambió los planes. Fue rebautizado Zonda; por el viento de los Andes.

 

Sueño y realidad

A fines de 1998, Horacio creó Pagani Automobili Modena S.p.A., y en marzo de 1999, en el Salón internacional del Automóvil de Ginebra, presentó la primera versión del Zonda: el C12, con una carrocería construida en fibra de carbono y equipada con un motor Mercedes-AMG V12 de seis litros y 450 Hp.

La prensa y el público quedaron maravillados y coincidieron en que se trataba de un modelo único, que nada tenía que envidiarle a los súper deportivos italianos. Debido suceso, los primeros pedidos no se hicieron esperar y así fue como la empresa creció y surgieron nuevas versiones: el C12 S, el Roadster y el F. Claro, esa “F” detrás del nombre Zonda es la inicial de Fangio.

Los términos “armonía”, “originalidad”, “futurista”, “exclusivo” y “perfección”, abundan en boca del padre del Zonda, quien creó un auto interpretando la necesidad de un tipo de cliente al cual conoció en sus primeros años en Italia. “El Zonda fue diseñado con mucha libertad creativa, no como un objetivo más, sino como una obra de arte o escultura. Cuenta que algún cliente le comentó:”Tengo un Zonda, pero no me interesa usarlo, mi satisfacción es verlo, contemplarlo en el garaje cuando llego a casa”.  Es cierto, hay pocas personas que lo pueden comprar, pero muchas que se pueden emocionar”, afirma el constructor.

Lejos de descansar, Horacio siguió tras la perfección y llevó adelante diferentes proyectos, como el actual Huayra (Hijo del viento). Y sí, la leyenda continúa.

 

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