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Autos clásicos

El día que el presidente de México viajó en un auto impulsado por tequila

Más que una anécdota es testigo del avance tecnológico que vivía la industria automotriz.

El día que el presidente de México viajó en un auto impulsado por tequila

La industria automotriz es una industria de innovación, ingenio e historias que son un testamento del progreso como humanidad e incluso una representación de la locura —en el buen sentido—, de aquellos que amamos estos aparatos que nos permiten transportarnos. Prueba de ello es la revolución que el auto turbina de Chrysler pudo ser. Tan ingenioso que un presidente de México dió un paseo en el usando tequila cómo combustible.

 

Tras el fin de la Segunda Guerra Mundial experimentamos un avance brutal en desarrollos tecnológicos y científicos en diversas áreas, entre ellos, el mundo automotriz. Desde elementos de seguridad, aerodinámica, conectividad y especialmente en el apartado de los trenes motrices.

Muchas marcas experimentaban con diferentes fuentes de energía para descifrar el siguiente gran paso de la industria. Entre aquellos pioneros estuvo Chrysler quienes entre 1953 y 1988 experimentaron con autos impulsados por turbinas. Sí, motores como los que usa un avión de pasajeros de nuestros días, pero a una escala mucho más pequeña.

 

Su origen viene de George Huebner, un alto ejecutivo de Chrysler quien tenía mucho interés en ese tipo de propulsión y tecnología debido a que mostraba varias ventajas sobre los motores a combustión tradicionales de pistones. En este caso las turbinas tenían menos partes móviles y eran capaces de funcionar con prácticamente cualquier líquido inflamable.

Está tecnología tuvo tres generaciones y se instaló en diversos modelos de la marca a lo largo de los años, buscando mejoras en todas las áreas posibles para hacerlo llegar a una producción en masa.

 

A diferencia de un motor de avión que impulsa a la aeronave por el empuje que produce, esta turbina se conectaba directamente a una transmisión automática de 3 o 4 velocidades. Estas turbinas eran brutalmente rápidas, teniendo capacidad de girar hasta a unas 60,000 revoluciones por minuto.

 

Con esas características se podían obtener unos 130 hp que para los estándares de aquella época era más que adecuado incluso viniendo de motores de 8 cilindros. Sin embargo, lo más sorprendente era que podía generar hasta 425 lb-pile de par.

 

Todo parecía ser un éxito hasta este punto, pues incluso algunos de los pocos afortunados que pudieron manejar uno recalcaban que la marcha era muy sedosa, sin vibraciones provenientes del motor y especialmente silencioso con una respuesta muy similar a la de un motor tradicional.

 

Desafortunadamente, cuando se hablaba de eficiencia en consumo de combustible y temperatura de operación había serios problemas. Por un lado consumía combustible a un ritmo elevado y la temperatura de la turbina requería un uso extensivo de materiales aislantes para la cabina, a su vez calentaba mucho otros componentes que estaban cerca de ella, por lo que en situaciones de tráfico pesado podría ser un problema.

 

Referente a su capacidad de funcionar con cualquier tipo de combustible, su desarrollo dejó claro que podía operarse con gasolina, diesel, keroseno, aceites vegetales y derivados del etanol. Lo cual abrió la puerta a la investigación de distintos tipos de combustible que permitieran mejores consumos y menores emisiones para distintas aplicaciones.

 

En cuanto a diseño el Chrysler Trubine Car, tuvo una carrocería diseñada por Ghia con claros guiños al mundo aeroespacial, pero sin perder el estilo característico de los años 60. Todas las unidades producidas llevaron un color bronce para el exterior. Su interior también seguía con los guiños a los aviones, pues incluso la palanca de cambios tomaba una forma parecida a la del acelerador de un avión.

 

El día que un presidente de México usó tequila como combustible para dar un paseo en el auto turbina de Chrysler

El Chrysler Turbine Car solo tuvo poco más de 50 unidades funcionales y se presentó por primera vez en la Feria Mundial de Nueva York en 1963. 50 de esas unidades fueron destinadas para que diversas personas los usaran como sus autos de diario y ver así el desgaste, eficiencia y viabilidad a futuro como producto en masa.

 

Otro par de autos fueron exhibidos en distintos auto shows al rededor del mundo, en los que en circuitos pequeños y controlados, cercanos a la sede del evento, el publico podía manejarlos o viajar como pasajeros en ellos.

Finalmente un Chrysler Turbine Car se fue de gira mundial para demostrar sus cualidades a distintas personalidades. Entre ellos el presidente de México Adolfo López Mateos.

 

Cuando el Turbine Car llegó a México, hubo una ceremonia donde el presidente López Mateos recibiría al representante de Chrysler que trajo el auto al país. Durante dicha reunión se le explicaron las proezas del auto en cuanto a su capacidad de circular con cualquier tipo de combustible, por lo que López Mateos sintió una curiosidad particular y preguntó al representante de Chrysler si podría funcionar con tequila.

El presidente entonces también se ofreció a conseguir el tequila para intentar echar a andar al auto. Si bien su motor había sido probado con muchos tipos de compuestos, nunca se había usado una bebida alcohólica para hacerlo funcionar, por lo que el representante de la marca rápidamente se comunicó con el cuartel general en Detroit para preguntar sobre la viabilidad de esta oferta.

Está petición llegó directo a los oídos de George Huebner quien instruyó a un equipo de ingenieros a salir a buscar algunas botellas de tequila y experimentar con esta bebida en el motor del auto. Para sorpresa de todos en Detroit, el auto funcionó sin problema alguno, por lo que autorizaron que el presidente de México de aquel entonces, diera un paseo en el auto que usaría tequila como combustible, cosa que sucedió y fue una grata sorpresa para todos.

Con este curioso suceso no solo se demostró la flexibilidad de un tren motriz alternativo, también Chrysler obtuvo algo de publicidad gratuita y muy curiosa. Sin embargo, tras algunos años de prueba y la razones negativas que citamos, el proyecto se canceló. Chrysler recuperó casi todas las unidades para analizarlas y posteriormente destruirlas. Solo un par sobrevivieron como autos de exhibición y colección. Cuando uno de los dos ejemplares que tiene un privado sale a la venta, lo hace por millones de dólares debido a su rareza.

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