Además de desarrollar motores más eficientes, vehículos más ligeros y carrocerías más aerodinámicos, Mazda ha ido más allá de reducir el consumo de gasolina y emitir menos gases contaminantes para que sus vehículos sean amigables con el medio ambiente, y es con el uso de materiales reciclados, especialmente el plástico.
Aunque esto pareciera reciente, desde hace 30 años, la marca japonesa ha empleado plástico reciclado en el exterior e interior de sus vehículos como medida para reducir su impacto productivo en el entorno y el uso de materiales con efectos negativos para el medio ambiente.
De hecho, Mazda fue el primer fabricante de automóviles que recicló las fascias que fueron desechadas. Tan solo en Japón, la compañía ha reciclado casi 1.3 millones de defensas, que al ponerlas en fila se podría llegar de Moscú a Londres.
En los primeros años de reciclaje por parte de Mazda, los parachoques se utilizaron para fabricar bolígrafos y piezas de plástico no visibles en los automóviles como, por ejemplo, bandejas de protección de la parte baja de la carrocería.
Aunque este el proceso de reciclaje suena una tarea sencilla, Mazda tuvo que resolver una serie de problemas, especialmente con las defensas que tenían más de diez años, ya que eso dificultaba el proceso -desde el punto de vista técnico y financiero- al existir mucha variabilidad en cuanto a la composición de los plásticos y las propiedades adhesivas de la pintura.
Para 2001, Mazda realizó mejoras este proceso con el objetivo que el plástico recuperado pudiera emplearse como refuerzo de fascias nuevas. En 2007, el tratamiento fue perfeccionado todavía más hasta el punto de eliminar el 99.9 por ciento de la pintura, lo que abrió la puerta al uso de este plástico reciclado en la fabricación de fascias nuevas.
Ya en 2011 Mazda dispuso de una tecnología de reciclado pionera capaz de convertir las defensas viejas en una resina de plástico con una calidad suficiente para incorporarla a las fascias de vehículos nuevos. Actualmente, el plástico reciclado se utiliza en todos los nuevos modelos de la marca.
En la búsqueda de más innovaciones, en 2015, Mazda desarrolló un bioplástico técnico creado a partir de derivados de plantas, que reducía el consumo de hidrocarburos y las emisiones de dióxido de carbono.
Esta materia prima que partía de residuos vegetales, como virutas de madera y otros restos, se transformaba en etanol, a partir del cual se obtenía después etileno y polipropileno. A diferencia de otros materiales alternativos obtenidos a partir de soja o almidón de maíz, no se basa en cultivos alimenticios, además que el proceso es neutro en emisiones de carbono.
Asimismo, los bioplásticos se caracterizan por una calidad de acabado superior a la de los plásticos pintados tradicionales, por lo que tienen aplicaciones tanto en el interior como en el exterior de los vehículos. Este bioplástico se utilizó por primera vez en el MX-5 en 2015 y, posteriormente, se ha incorporado en el CX-5, Mazda3, Mazda2, CX-30 y ahora en el MX-30.
Junto al uso de bioplástico y defensas recicladas, Mazda ha creado una tapicería interior creada a partir de botellas de PET recicladas, misma que será empleada en la parte superior de las puertas del MX-30. De igual manera, este SUV eléctrico equipa la nueva semipiel Premium Vintage producida empleando agua en lugar de disolventes orgánicos. Pero además de ayudar a reducir el impacto medioambiental, este cuero tiene una textura similar tanto al tacto como a la vista.