Sea cual sea el automóvil, siempre que se tiene la oportunidad de manejar en un autódromo es una experiencia totalmente diferente que si se hace de manera convencional en una carretera. Sin duda el nivel de exigencia en un circuito es mucho mayor debido a que la velocidad es más alta, además de que las curvas tienen un mayor grado de dificultad.
Este nivel de adrenalina al conducir en pista crece súbitamente cuando se está al volante de un automóvil deportivo y cuando se trata del autódromo más largo del mundo. Así nos referimos a Nürburgring en Alemania, que, por la cantidad de curvas, pendientes y longitud este trazado enclavado en el bosque, fue bautizado como el Infierno Verde.
Bienvenidos al Infierno
Con estos antecedentes y sabiendo que esta pista es la meca de los ingenieros desarrolladores de autos deportivos e hypercars, así como el lugar donde se demuestra la supremacía de los fabricantes al buscar el mejor tiempo, es un hecho que esta pista es mágica por todo lo que representa.
Algo que también hace sumamente característico a este circuito es que es todo un centro turístico de todo aquel amante de los automóviles y/o el automovilismo. Ya sea que se acuda como espectador en los alrededores del autódromo o bien dando unas hot laps en todo su trazado. Basta pagar el acceso de vehículo y sin más, ya es posible dar unas vueltas sin necesidad de que el automóvil sea o no un deportivo.
La mejor pista con un auto deportivo nato
Aunque es posible entrar Nürburgring a bordo de cualquier auto sin importar la marca y modelo, no hay que mejor manera de vivir la experiencia en el rey de los autódromos que con un automóvil deportivo, pero deportivo en toda la extensión de la palabra, es decir, que sea tracción trasera y con transmisión manual.
En esta era donde la mayoría de los autos deportivos y súper autos emplean cajas automáticas, son pocos los ejemplares que disponen de tres pedales y uno de ellos es el Toyota 86. Con todo el estilo de un auto japonés, este modelo que comparte plataforma con el Subaru BRZ, tiene todo lo que se busca en auto pura sangre y es la posibilidad de tener el poder en las ruedas traseras y tener el control del motor cambiando las velocidades por medio de la mano y el pie.
Cuando se está en un auto como el Toyota 86 y en una pista como Nürburgring, la potencia queda en segundo término debido a que lo que se busca es vivir la experiencia de ser el amo del tacómetro en este lugar icónico. Tal vez en próximas ocasiones la meta será hacer los mejores tiempos, pero en nuestra primera cita el objetivo era conocer cada una de las más de 70 curvas a lo largo de más de 21 kilómetros.
Pero bueno el hecho de no tener como objetivo principal el cronómetro en esta visita al Infierno Verde, no significó que no presionáramos a fondo el pedal del acelerador al salir de las curvas para tomar una recta. A la enorme longitud y la cantidad de curvas a nuestro paso, esta pista es una especie de montaña rusa por la cantidad de elevaciones que hacen que existan curvas ciegas.
Acelerador a fondo
Aunque se trataba de track day, la enorme cantidad de automóviles en pista al mismo tiempo, hizo que las hot laps tuvieran un sabor especial puesto que había que ceder el paso a súper autos alemanes e italianos que pasaban a más de 220 km/h. Claro está que esto no quiere decir que el Toyota 86 sea lento o mucho menos, sino que al enfrentarse a automóviles que valen cientos de miles de dólares no hay nada por hacer.
Sin embargo, al enfrentarse a modelos de su calibre, el Toyota 86 -con 205 hp y 156 libras-pie de torque- tiene todo para salir avante gracias a la sobresaliente relación peso/potencia que nace de su compacta carrocería y el poder del motor cuatro cilindros de 2.0 litros de aspiración normal.
A la par de esta esta capacidad de respuesta al presionar el acelerador, este coupé ofrece una excelente dinámica de conducción gracias al desempeño la suspensión y la dirección. Todo esto junto con el trabajo de la suspensión y la dirección hacen que el automóvil tenga una agilidad sorprendente, algo quedó más que comprobado al paso en cada una de las curvas de Nürburgring.
No obstante que la ingeniería ha rebasado a la capacidad de cualquier piloto experimentado cuando se trata de hacer los cambios de manera manual, no hay nada como poner a trabajar el pie izquierdo con el pedal del embrague y la mano derecha con la palanca de velocidades. Esto ya es muy raro de hacer en un deportivo, pero por suerte el 86 -con caja manual de seis velocidades- es uno de esos ejemplares que aun ofrece ese don que día a día está extinción.
Aun cuando teníamos antecedentes del manejo del 86 por medio del Subaru BRZ, la experiencia con el modelo de Toyota fue fuera de serie, sobre todo por la locación que lejos de ser una pista, se trataba del autódromo más largo y exigente del mundo: Nurbürgring, el Infierno Verde. Esperemos que con la llegada del Supra a México, este deportivo abra el paso al arribo de este pequeño pero poderoso auto.