La gigante norteamericana General Motors ha decidido cerrar de manera indefinida la planta de ensamblaje que tiene en Rusia, a la vez que disminuirá su oferta de vehículos, todo producto de las normativas vigentes, la incertidumbre económica y las desastrosas perspectivas de ventas de automóviles en el país. Por otro lado, esta decisión le permitirá enfocarse durante 2016 en la rentabilidad en Europa tras una década de pérdidas.
Las ventas del sector automotor cayeron en Rusia un 10% en 2014 y los descensos se incrementaron significativamente en enero y febrero por la debilidad de la economía y la depreciación del rublo.
En forma paralela, la planta de San Petersburgo, con una plantilla de 1,000 trabajadores, cesará la producción para mediados de año. Todo esto se une al fin del acuerdo comercial con GAZ, contratista que fabrica vehículos Chevrolet; a la vez que retirará la marca Opel del mercado para finales de año. Producto de esta decisión, General Motors registrará perdidas extraordinarias de hasta US$600 millones, sobre todo en el primer trimestre.
