Septiembre de 2007. Uno de los íconos más grandes que posee Toyota es sin duda el Land Cruiser, vehículo utilitario que además de ser sumamente lujoso y caro, se ha caracterizado por ser extremadamente capaz fuera del asfalto.
La octava generación de dicho SUV está lista, y toma elementos de diseño ya vistos en las hermanas menores Rav4 o Highlander para costados y parte trasera, mientras que la parte frontal se asemeja más a la pick up de peso completo Tundra.
Las motorizaciones serán diesel y gasolina, ambas V8, de 4.5 litros con 286 hp y 480 libras de torque para el primero de los combustibles nombrados, mientras que para el segundo será un 4.7 VVT-i que eroga 288 hp y 328 libras. No se puede descartar la adición en el corto plazo del V8 de 5.7 litros que emplea la Tundra.
Como era de esperarse las capacidades off road tendrán que hacer honor a tan importante nombre, y para lograr tal misión Toyota dotó al nuevo Land Cruiser de un nuevo sistema llamado: Kinetic Dynamic Suspension System, que adapta en tiempo real la dureza de la suspensión vía las barras estabilizadoras que, pudiendo desconectarlas por completo en situación de off road serio. Por otra parte existe un sistema denominado CRAWL que permitirá manipular al pesado utilitario mediante gestión del motor y frenos, para obtener mayor control sobre superficies resbalosas o cuando se desciende una pendiente eliminando el deslizamiento o bloqueo de las ruedas.
La calidad de marcha también deberá mejorar sustancialmente a raíz de la adopción de una suspensión delantera de doble horquilla, en vez de la configuración de barra de torsión que emplea la generación saliente
