William Michael Albert Broad, mejor conocido como Billy Idol en la esferaochentera, fue uno de los hijos pródigos de la entonces innovadora televisión musical, por allá en los lejanos y kitsch ochentas. Su brinco al estrellato fue marcado por su "rudísimo" aspecto de neo punk "malote" y por su música que ponía al estilo muy por encima de la sustancia. en la mayoría de los casos.
La banda que lo marcó -como a muchos otros, fueron los Sex Pistols del genialJohnny Rotten-. De ahí el estrafalario look y la presunta rebeldía aparente en su vestuario. Su breve incursión en la banda que se convertiría en Siouxie and the Banshees remató si idea musical: agresiva, escandalosa, notoria. ni mandada a hacer para los ochenta.
Pero de tanto en tanto, las estrellas se resbalan y crean joyitas como la rola que nos ocupa: Eyes without a face. Ojos sin rostro. Sí, era 1984, y el Aqua Net, los calentadores y los Converse estaban en su apogeo.
Ese año, Idol emitió su obra (¿máxima?) Rebel Yell. El sólido disco estaba lleno de energía, buenas ideas y, asombrosamente, formidables letras. Varios sencillos se desprendieron de ese LP, entre ellos, la canción que dio nombre al álbum y la otra cachonda súper balada del disco: Flesh for Fantasy. Justo a la mitad de Rebel Yell, yace Eyes without a face como un oasis de humanidad y conmiseración, a través de una balada sintetizada por la electrónica de la época.
A la mitad de la aparentemente tranquila melodía, el maestro Steve Stevens -coescritor de la melodía y eterno colaborador de Idol- rompe la delicadeza de la construcción, que es esencia, llevada por el soberbio bajo de Sal Cuevas. A pesar de este rockero puente, hay dolor en las letras:
Hanging out by the state line,
Turning holy water into wine
Drinking it down, oh
I´m on a bus on a psychedelic trip
Reading murders, trying to stay hip.
I´m thinking of you, you´re out there so
Say your prayers.
Idol la interpreta la canción con un aire más lúgubre, que se ve matizado por Perri Lister (actricita de poco pelo que estuvo relacionada sentimentalmente con Idol y con el que concibió un hijo) cuando en lo coros exclama Les yeux sans visage (ojos sin rostro en francés).
Un macabro romanticismo que nos recuerda la anonimidad de nuestro entorno y el pesar de una relación que se descompone. La verdad, todo esto suena deprimente, pero la evocadora canción hace tierra con todos los que inevitablemente se asocian con la época.
Eyes without a face ejemplifica las buenas creaciones de la década. Y el disco Rebel Yell es, sin duda una de ellas. Escúchelo de noche, especialmente en un Jetta 87 con rines Momo, llantas Fulda, estéreo Kenwood y bocinas de tortuga JBL.
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